Los astrónomos, utilizando datos de la NASA, han descubierto siete estrellas en nuestra galaxia que emiten radiación infrarroja inexplicable, un fenómeno posiblemente indicativo de las esferas de Dyson. Estas estructuras teóricas se imaginaron como grandes estructuras que podrían abarcar estrellas para recolectar su energía.
La reciente investigación, que aparece en Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, proviene de un extenso análisis de datos infrarrojos de más de 5 millones de estrellas. Si bien los hallazgos no confirman la existencia de vida extraterrestre, ofrecen a los científicos una oportunidad tentadora para investigar anomalías que desafían las explicaciones tradicionales.
En este estudio, los investigadores examinaron meticulosamente datos de más de 5 millones de estrellas ubicadas a 1.000 años luz de la Tierra. Utilizaron información del telescopio WISE de la NASA, la misión Gaia de la Agencia Espacial Europea y el estudio del cielo infrarrojo 2MASS. Después de aplicar varios filtros para eliminar cualquier interferencia o señales falsas, el equipo identificó siete estrellas (en particular, todas enanas rojas) que mostraban patrones de brillo inusuales que no coinciden con el comportamiento estelar conocido.
El investigador principal Matías Suazo de la Universidad de Uppsala en Suecia expresó incertidumbre sobre la causa de esta radiación inusual y dijo: «No sabemos por qué brillan tanto. Podrían ser esferas de Dyson, porque se comportan como predicen nuestros modelos, pero también podría ser otra cosa».
Las enanas rojas representan el tipo de estrella más común en nuestra Vía Láctea. Estas estrellas son más pequeñas y más débiles que el Sol, lo que complica su investigación, especialmente en lo que respecta a la presencia de planetas circundantes.
Si bien el concepto de que estas estrellas estén rodeadas de megaestructuras avanzadas es intrigante, sigue siendo especulativo. Varios fenómenos naturales podrían explicar las señales. Por ejemplo, una posibilidad es que una galaxia de fondo se superponga a estas estrellas en nuestra línea de visión. Otra explicación podría tener que ver con los restos de polvo caliente de una reciente colisión planetaria, o con que estas estrellas son jóvenes y todavía forman discos de desechos planetarios.
Un equipo separado de investigadores sugirió que tres de las siete estrellas identificadas podrían haber sido clasificadas completamente erróneamente, sugiriendo que podrían ser «PERROS calientes», un acrónimo de galaxias calientes oscurecidas por el polvo, que también emitirían señales infrarrojas similares.
Sin embargo, la rareza de estos enigmáticos objetos los convierte en temas valiosos para futuras investigaciones. Jason Wright, astrónomo de Penn State y coautor del estudio, señaló: “Sean lo que sean, son objetos raros e interesantes que merecen un estudio más profundo”.
Al equipo de investigación le gustaría estudiar estas estrellas utilizando el telescopio espacial James Webb, que tiene capacidades avanzadas para una observación detallada. Sin embargo, obtener acceso al tiempo JWST es altamente competitivo y no hay garantía de que el equipo pueda programar observaciones en el corto plazo.
Independientemente del resultado y de si estas señales pueden atribuirse a fenómenos naturales, la búsqueda en sí tiene un gran valor. Como señaló Freeman Dyson, embarcarse en la búsqueda de tecnología extraterrestre aún puede revelar fenómenos astronómicos previamente desconocidos.
Los investigadores coinciden en que se recomienda precaución. Como señaló Zaza Osmanov, de la Universidad Libre de Tbilisi, la idea de que tales señales puedan surgir de fuentes artificiales debe abordarse con escepticismo y tratarse como último recurso después de haber considerado todas las explicaciones naturales.