En enero de 2004, dos neoyorquinos notables se embarcaron en un camino que en última instancia determinaría sus destinos políticos. Donald Trump, que ya era una figura prominente en la industria inmobiliaria, irrumpió en el centro de atención televisiva con el estreno de “The Apprentice” en NBC, captando la atención de una nueva generación. Mientras tanto, Letitia James inició su andadura política al prestar juramento como miembro del Concejo Municipal de Nueva York, en representación de Brooklyn. Con el paso de los años, sus caminos se entrelazarían en una relación compleja y hostil.
James ascendió al cargo de fiscal general de Nueva York en 2019, lo que marcó un cambio importante en su carrera mientras se veía envuelta en una prolongada batalla legal con Trump. Durante su mandato, también se enfrentó a importantes empresas y entidades poderosas, incluidos gigantes tecnológicos, fabricantes de opioides y la Asociación Nacional del Rifle (NRA). Sin embargo, sus demandas contra Trump han sido particularmente notables, centrándose en acusaciones de fraude y desafiando las políticas de su administración.
En un giro dramático de los acontecimientos, Trump ha iniciado contramedidas que llevaron a que James sea acusado de fraude hipotecario. Ella ha negado con vehemencia haber actuado mal y ha caracterizado las acciones de Trump como un intento de manipular el sistema de justicia para una venganza personal.
James creció en Brooklyn y es uno de ocho hermanos, con antecedentes familiares impregnados de servicio público. Su padre trabajaba en mantenimiento y su madre ocupaba un puesto de atención al cliente. James se graduó en Lehman College y más tarde en la Facultad de Derecho de la Universidad de Howard, luego trabajó durante muchos años como defensor público y fiscal general adjunto antes de dedicarse a la política. Su primera incursión en el concejo municipal en 2001 terminó en una derrota en las primarias, pero luego logró ganar el escaño, donde ocupó de 2004 a 2013.
Durante su mandato como defensora pública de la ciudad, James luchó por la responsabilidad policial e impulsó reformas como la implementación de cámaras corporales para los agentes. Su trabajo innovador en este cargo sentó las bases de su enfoque como Fiscal General, donde continuó abogando por la transparencia y la justicia.
James entró en la carrera por fiscal general después de la abrupta renuncia de Eric Schneiderman en 2018, impulsada por el deseo de combatir las injusticias que vio bajo la administración de Trump. Hizo campaña como «la abogada del pueblo» y posicionó su oficina como un baluarte contra la administración del presidente, calificándolo de «estafador» y prometiendo exponer las complejidades de sus negocios inmobiliarios. Al ganar las elecciones, James se convirtió en la primera mujer negra elegida para un cargo estatal en Nueva York, un hito histórico que ella reconoció, pero insistió que era secundario frente a sus objetivos de generar cambio.
Durante su mandato, James presentó numerosas demandas contra Trump, desafiando varias políticas y alegando que tergiversó el valor de sus activos, lo que llevó a un fallo judicial importante que confirmó sus prácticas fraudulentas. Al mismo tiempo, libró batallas legales contra grandes corporaciones y organizaciones influyentes, incluida la NRA.
En un ejemplo notable que demostró su compromiso con los derechos de las mujeres, James reveló su aborto anterior en una reunión después de que un borrador de opinión sugiriera la posible anulación de Roe v. Wade. Ella enmarcó esta experiencia personal como prueba de su defensa de los derechos reproductivos y afirmó: “No me disculpo” por su elección.
A medida que se desarrolla la disputa legal entre Trump y James, sigue siendo un punto álgido en el panorama político más amplio, lo que ilustra la complejidad del poder, la responsabilidad y la justicia en la América contemporánea.