Las tensiones comerciales entre EE. UU. y China están aumentando nuevamente a medida que aumentan las amenazas arancelarias


Durante meses, las tensiones comerciales entre China y Estados Unidos parecían haberse calmado y ambas partes adoptaron un tono más conciliador. Sin embargo, los acontecimientos recientes han reavivado las hostilidades, generando preocupaciones sobre la estabilidad de los mercados globales y las perspectivas de futuras negociaciones.

Esta semana, una serie de acciones mutuas entre las dos superpotencias económicas han tensado su relación. El economista Aleksandar Tomic, profesor asociado del Boston College, señaló que la renovada rivalidad se siente como un llamado a «hurgar en el oso otra vez» y «revolver el avispero».

Las tensiones actuales se ven exacerbadas por el panorama político, especialmente tras el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. A principios de año se produjo una montaña rusa de ajustes arancelarios, lo que provocó medidas de represalia por parte del presidente chino, Xi Jinping. Aunque siguió un período de relativa paz, esa relajación parece estar desapareciendo. El reciente anuncio de China de estrictas restricciones a la exportación de minerales de tierras raras –esenciales para productos de alta tecnología– indica una escalada significativa. En respuesta, Trump amenazó con imponer un fuerte impuesto del 100% a las importaciones chinas antes del 1 de noviembre y anunció planes para nuevos controles de exportación de software estadounidense. Ambos países también han introducido nuevas tarifas portuarias que se dirigen al transporte marítimo de cada uno.

Los motivos detrás de estas acciones públicas siguen siendo inciertos, lo que lleva a especular sobre si son parte de una estrategia más amplia para facilitar las negociaciones privadas. Los mercados reaccionaron negativamente y el S&P 500 tuvo su peor día desde abril, lo que subraya la incertidumbre sobre la evolución futura. Los analistas financieros ahora están considerando la posibilidad de que la llamada “tregua arancelaria” haya llegado a su fin, o que estas provocaciones sean simplemente un preludio de las conversaciones entre Trump y Xi.

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El actual enfrentamiento comercial coloca a ambas partes en una posición delicada mientras buscan apalancamiento en medio de la dinámica fluctuante del mercado. A medida que los agricultores estadounidenses, especialmente los de la industria de la soja, se ven marginados por las alternativas de Brasil y Argentina, lo que está en juego ha aumentado significativamente. Además, el ámbito tecnológico presenta sus propios desafíos, ya que China desempeña un papel dominante en la producción de minerales de tierras raras que son esenciales para la electrónica moderna.

La pregunta sigue siendo si las amenazas de Trump son acciones reales o parte de su estrategia de negociación. Si bien ha planteado la idea de que aún podría haber un acuerdo sobre la mesa, también ha dejado la puerta abierta respecto de una reunión prevista con Xi a finales de este mes en la Cumbre de Cooperación Económica Asia-Pacífico. Sus comentarios reflejan la incertidumbre y dice: «No sé si lo conseguiremos… Supongo que es posible que lo tengamos».

El estratega de mercado Marc Chandler comparó el conflicto actual con un divorcio contencioso, señalando que ambos países están centrados en acusarse mutuamente mientras intentan asegurar beneficios nacionales. A medida que la situación continúa evolucionando, los analistas advierten que la complejidad de las relaciones entre Estados Unidos y China podría desafiar las narrativas convencionales del bien contra el mal. Más bien, reflejan la lucha de dos economías gigantes que compiten por el poder en un panorama global tumultuoso.



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