En estudios innovadores, João Pedro presenta el Magalhães, un biogerontólogo molecular de la Universidad de Birmingham, una teoría que puede causar una revolución en nuestra comprensión del envejecimiento. Su investigación significa que las personas pueden poseer la capacidad biológica para vivir mucho más tiempo, posiblemente hasta 1000 años o más. Sin embargo, esta vida útil extendida se suministra con una advertencia arraigada en nuestro pasado evolutivo durante la era de los dinosaurios.
En su artículo publicado recientemente BiosessenLos Magalhães sugieren la hipótesis de la «longevidad del cuello de botella». Afirma que los primeros mamíferos, confrontados con el dominio de los dinosaurios, fueron presionados para reproducirse rápidamente y evitar la depredación. Esta intensa presión evolutiva probablemente condujo a la pérdida de ciertas propiedades genéticas que una vez apoyaron una vida útil más larga, donde estos cambios estaban profundamente anclados en la biología de los mamíferos, incluidas las personas.
El Magalhães sale y explica: «Algunos de los primeros mamíferos se vieron obligados a vivir hasta el fondo de la cadena alimentaria … evolucionando para sobrevivir a través de una rápida reproducción». Este ajuste puede haber influido permanentemente en cómo los mamíferos, incluidas las personas, envejecen, para que conduzcan a la edad más rápido de lo que podrían haberlo hecho.
Un aspecto importante de su teoría incluye la pérdida de mecanismos de reparación de ADN esenciales, en particular enzimas que reparan el daño debido a la luz ultravioleta, conocida como fotoliasas. Estas enzimas están particularmente ausentes con la mayoría de los mamíferos, incluidas las personas, y se cree que su desaparición tuvo lugar durante la era en la que los dinosaurios gobernaron la tierra. El comportamiento nocturno que se hizo cargo de los primeros mamíferos para evitar la depredación redujo la necesidad de protección UV, pero al mismo tiempo eliminó un mecanismo crucial de reparación de ADN.
El Magalhães señala: «Es un ejemplo de un mecanismo de reparación y restauración que habríamos tenido de otra manera». Aunque esta teoría es especulativa, plantea preguntas importantes sobre la posible vida útil humana si estos mecanismos de reparación del ADN permanecían funcionales.
Para ilustrar estos puntos, el Magalhães compara a las personas con otros animales. Ciertos reptiles, como los caimanes, pueden, por ejemplo, regenerar los dientes, perder una gente característica, una consecuencia potencial de consideraciones evolutivas que prefieren una reproducción rápida sobre una vida útil extensa. Estas comparaciones indican que los mamíferos pueden haber perdido varias posibilidades regenerativas debido a su viaje evolutivo.
A pesar de los desafíos de este cuello de botella evolutivo, algunos mamíferos, como ballenas de cabeza de arco y ratas topo desnudas, una vida útil notable y resistencia contra enfermedades relacionadas con la edad. Los Magalhães han dedicado gran parte de su carrera a estudiar estas especies que pueden ofrecer marcos genéticos que inspiran nuevas estrategias para extender la vida útil humana. Bowhead-Walvissen, por ejemplo, muestra una eficiencia de reparación de ADN superior en comparación con las personas, mientras que las ratas topo desnudas muestran un comportamiento celular único que parecen evitar muchas condiciones relacionadas con la edad.
Los Magalhães afirman que comprender estos mecanismos biológicos podría allanar el camino para nuevos tratamientos destinados a retrasar o incluso revertir el envejecimiento en las personas. Él señala: «Debemos aprender a reparar las células de ADN y reprogramas para un proceso de envejecimiento radicalmente diferente».
También dibuja paralelos entre el envejecimiento y las enfermedades previamente no tratables y con los años enfatiza las afirmaciones en medicina. Recuerda que su bisabuelo murió de neumonía a principios del siglo XX, una enfermedad común y a menudo fatal en ese momento, pero ahora podría tratarse efectivamente con terapias antibióticas. Este contexto histórico significa que especula que el envejecimiento se puede manejar de manera similar en un día, con terapias que se centran en los procesos biológicos subyacentes.
Uno de los candidatos prometedores para el tratamiento antienvejecimiento es la rapamicina, una conexión que ya se ha utilizado en las instituciones médicas para prevenir el rechazo de los órganos. Los estudios actuales indican que puede extender la vida de ciertos mamíferos en un 10 a 15 por ciento, y los investigadores ahora están investigando el potencial como un agente antienvejecimiento más amplio.
El Magalhães expresa optimismo sobre el progreso futuro y explica: «Desarrollaremos medicamentos que sean comparables a las estatinas que las personas toman todos los días, no para el colesterol, sino para una larga vida útil». Incluso un retraso modesto en el proceso de envejecimiento, solo del 5 al 10 por ciento, podría influir significativamente en la salud pública, por lo que el inicio de trastornos como la demencia, el accidente cerebrovascular y el cáncer se retrasaría. Esta visión para el futuro del envejecimiento y una situación manejable ofrece oportunidades emocionantes tanto para la ciencia como para la sociedad.