La respuesta de Trump al anuncio de los veteranos demócratas genera controversia sobre órdenes ilegales


Un anuncio reciente publicado por una coalición de veteranos militares demócratas en el Congreso ha provocado una respuesta controvertida por parte de la administración Trump. El anuncio alienta a los miembros del servicio a rechazar órdenes que consideren ilegales, lo que provocó una fuerte respuesta del presidente Trump y sus asesores. En lugar de negar cualquier intención de emitir órdenes ilegales, la administración ha optado por etiquetar el mensaje de los legisladores como “conducta sediciosa”, y Trump afirmó que las acciones merecen consecuencias graves, sugiriendo incluso que podrían ser “castigadas con la muerte”. El asesor de la Casa Blanca, Stephen Miller, añadió que el anuncio representa un “llamado general a la rebelión”.

La controversia surge en medio de las operaciones militares en curso del gobierno en el Caribe, que han involucrado ataques extrajudiciales a barcos acusados ​​de narcotráfico. Dado este contexto, los observadores podrían haber esperado que la administración dejara que la situación desapareciera, pero en cambio, el autoproclamado Departamento de Guerra de Pete Hegseth ha anunciado planes para investigar al senador Mark Kelly, un veterano de la Marina que aparece en el anuncio, para un posible consejo de guerra por presunta mala conducta. El comunicado enfatizó que los militares retirados están cubiertos por el Código Uniforme de Justicia Militar, que prohíbe acciones que puedan alterar la lealtad y la disciplina dentro de las fuerzas armadas.

Es fundamental dejar claro que la publicidad no sugiere desobedecer órdenes legales. Más bien, sirve como recordatorio del derecho de los miembros del servicio a distanciarse de acciones ilegales. La interpretación del anuncio como un llamado a la rebelión implica la suposición de que las órdenes impuestas desde arriba podrían ser efectivamente ilegales.

Históricamente, la retórica de Trump ha cuestionado la legalidad de las acciones militares y de seguridad nacional. Durante su campaña de 2016, abogó abiertamente por el uso de la tortura contra los detenidos, alegando que el cumplimiento se produciría automáticamente si él la ordenara. Aunque más tarde reconoció que Estados Unidos tiene obligaciones legales, indultó periódicamente a personal militar acusado de crímenes de guerra, en contra del consejo de los líderes militares. Además, habría asegurado al jefe de Aduanas y Protección Fronteriza que perdonaría cualquier delito cometido en nombre de sus controvertidas políticas de inmigración.

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En Hegseth, Trump ha encontrado un partidario que respalda estos puntos de vista radicales. Su defensa de acciones militares que puedan eludir las normas legales es evidente en sus escritos, en los que rechaza la idea del debido proceso para los detenidos y ridiculiza las reglas de la guerra. La perspectiva de Hegseth subraya la creencia de que los militares deberían tener una amplia discreción con respecto al uso de la fuerza, independientemente de las limitaciones legales.

La fuerte reacción del gobierno al anuncio es indicativa de su intención de consolidar el poder y reprimir la disidencia. Durante el mandato anterior de Trump, enfrentó el rechazo de los líderes militares cuando propuso que los militares intervinieran contra los manifestantes pacíficos. Ahora su administración bajo Hegseth parece estar tomando medidas para purgar de las filas militares a los percibidos como disidentes, reforzando una cultura de lealtad que prioriza el cumplimiento de las directivas de Trump.

Esta consolidación de autoridad refleja una tendencia inquietante en la que los intereses personales de Trump parecen estar entrelazados con las operaciones estatales. La reacción contra un anuncio que aboga por la adhesión a los valores constitucionales pone de relieve cómo la disidencia se considera una amenaza directa a la supuesta supremacía de Trump. Al abogar por el rechazo de órdenes ilegales, el anuncio cuestiona la idea de que el servicio militar debería estar alineado únicamente con los intereses de Trump, planteando preguntas fundamentales sobre el compromiso de la administración con el estado de derecho y los principios constitucionales.



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