La ley de reclutamiento militar de Alemania ha sido cancelada debido a desacuerdos entre las coaliciones.


El 13 de octubre, el gobierno alemán canceló abruptamente una conferencia de prensa largamente esperada en la que se iba a anunciar un nuevo proyecto de ley destinado a ampliar el servicio militar obligatorio. Esta decisión de último minuto puso de relieve las diferencias actuales entre los dos principales partidos de la coalición gobernante alemana: los socialdemócratas (SPD) y los democristianos (CDU/CSU). El incidente subraya el frágil estado de la estrategia de renovación de la defensa de Berlín, que ha llamado la atención tras la invasión rusa de Ucrania en 2022.

El conflicto en Ucrania ha dejado al descubierto importantes problemas de seguridad en toda Europa y la fuerte dependencia del continente del apoyo estadounidense. Esta urgencia se hizo aún mayor tras el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca en enero de 2025, cuando su administración abogó por que los miembros de la OTAN aumentaran sus compromisos de defensa. El enfoque de Trump ha oscilado entre presionar a Ucrania y Rusia, lo que complica aún más la dinámica. A principios de julio, sugirió que recortaría la ayuda directa a Ucrania y ofreció vender armas con la condición de que los países europeos financiaran la compra. Sin embargo, recientemente su administración ha tomado medidas para mejorar el intercambio de inteligencia con Ucrania, permitiendo operaciones más agresivas contra objetivos rusos e implementando sanciones más duras contra los sectores energéticos de Rusia.

Para mantener un nivel básico de servicios públicos y continuar sus esfuerzos militares, se estima que Ucrania necesita 100 mil millones de dólares al año. Desde el inicio del conflicto, Estados Unidos ha asignado alrededor de 130 mil millones de dólares en ayuda militar y económica, mientras que los países europeos han contribuido con alrededor de 166 mil millones de dólares, excluyendo costos indirectos como la acogida de refugiados y los mayores costos energéticos. Los países fuera de la UE, incluidos el Reino Unido y Canadá, también han hecho contribuciones significativas al apoyo de Ucrania.

Con un PIB de la UE de más de 20 billones de dólares (diez veces el de Rusia), los países europeos tienen en teoría la capacidad financiera para fortalecer a Ucrania y sus propios ejércitos, suponiendo que la voluntad política esté alineada. Según cifras recientes, mientras Rusia invirtió 145 mil millones de dólares en defensa en 2024, el gasto militar de la UE ascendió a alrededor de 400 mil millones de dólares, lo que representa menos del 2% del PIB de Europa. En respuesta a la presión de Trump, los miembros de la OTAN en Europa se comprometieron en junio a aumentar su gasto en defensa al 3,5% del PIB.

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En mayo, el canciller Friedrich Merz asumió el cargo y prometió fortalecer las capacidades militares de Alemania junto con Francia, creando un marco de seguridad europeo más sólido. Como parte de esta iniciativa, Alemania abolió su límite constitucional de deuda para el gasto militar y se comprometió a triplicar su presupuesto de defensa en los próximos cinco años. Sin embargo, esta decisión causó controversia ya que la campaña anterior de Merz prometió no cambiar el freno de la deuda.

La fallida ley de reclutamiento es un crudo recordatorio de la incertidumbre de este giro estratégico. Alemania pretende ampliar sus fuerzas armadas de 182.000 a 260.000 basándose en voluntarios, pero proponiendo un registro obligatorio y un sistema de lotería para todos los ciudadanos varones a los 18 años si el número de voluntarios es insuficiente. Esta propuesta enfrentó la resistencia del SPD, que se oponía al registro obligatorio y al sistema de lotería. Actualmente, sólo diez países europeos mantienen el servicio militar obligatorio, y el número de hombres jóvenes varía, mientras que la propia Alemania abolió el servicio militar obligatorio en 2011.

El gobierno de Merz presenta un mayor gasto en defensa como un medio para rejuvenecer la lenta economía alemana, que ha sufrido dos años consecutivos de crecimiento negativo, debido principalmente al aumento de los precios de la energía en el contexto del conflicto en curso en Ucrania. La ministra de Economía, Katharina Reiche, ha caracterizado el rearme como una oportunidad tanto económica como tecnológica para Alemania, con alrededor del 50% de los nuevos contratos adjudicados a empresas nacionales.

Sin embargo, persisten importantes ineficiencias dentro de la industria de defensa alemana, exacerbadas por la resistencia a la financiación colaborativa de la UE y a las importaciones de armas. Un estudio del grupo de expertos Bruegel de Bruselas identificó la fragmentación como un tema crítico en la producción de defensa europea, señalando explícitamente el papel de Alemania como uno de los principales contribuyentes a este problema. Los fabricantes europeos producen actualmente una gama de nueve aviones de combate diferentes, cuatro tipos de tanques, 16 fragatas y 17 modelos de vehículos blindados de transporte de personal, en comparación con la producción simplificada de los Estados Unidos de sólo cuatro modelos de cazas y una única versión para tanques, fragatas y vehículos blindados. Esta disparidad permite a Estados Unidos lograr importantes economías de escala, lo que lleva a grandes diferencias de costos, como el obús alemán Panzerhaubitze 2000, que cuesta 17 millones de euros por unidad y es diez veces más caro que su homólogo estadounidense.

Las tensiones subyacentes en torno a los vínculos militares de Alemania con Estados Unidos y Rusia, además de los sentimientos históricamente pacifistas del país, continúan impregnando el panorama político. Las disputas en curso entre el SPD y la CDU/CSU sobre el servicio militar obligatorio ilustran que es probable que estas divisiones persistan a medida que Alemania navega por su cambiante política de defensa. Es posible que los intentos de utilizar el gasto en defensa como mecanismo para la recuperación económica no superen eficazmente estas divisiones ideológicas, lo que complicará aún más el camino hacia una estrategia militar unificada.



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