Investigadores de la Facultad de Zoología de la Universidad de Tel Aviv y el Museo Steinhardt de Historia Natural han logrado avances significativos en la comprensión de los factores que contribuyen a los eventos de mortalidad masiva (MME) entre los erizos de mar. Dirigidos por el doctor Omri Bronstein, estos estudios identifican patógenos, tormentas y temperaturas extremas como las principales causas de estos alarmantes eventos, que se han intensificado en las últimas décadas.
El primer estudio, un metaanálisis exhaustivo publicado en la revista Biological Reviews, evaluó las 110 MME de erizos de mar documentadas desde 1888 hasta 2024. Realizado por el Dr. Bronstein junto con el Ph.D. La estudiante Lisa Schmidt, la investigación reveló que una mayoría significativa de estos incidentes ocurrieron en el hemisferio norte, principalmente en Estados Unidos, Europa occidental y Japón, áreas donde la investigación y la financiación científica están altamente concentradas.
Los investigadores clasificaron las causas de estos eventos de mortalidad en cinco categorías principales: patógenos (33%), eventos catastróficos (25%), temperaturas extremas (24%), floraciones de algas (11%) y actividades humanas como la contaminación y la destrucción del hábitat (7%). El Dr. Bronstein destacó la importancia de analizar rigurosamente datos creíbles y explicó: «Para cada muerte masiva, mapeamos dónde y cuándo ocurrió, qué especies se vieron afectadas y, lo más importante, las causas».
Un hallazgo sorprendente de este análisis indica que los patógenos son la principal causa de la muerte de erizos de mar, una tendencia que se alinea con las observaciones actuales de mortalidad generalizada desde el Caribe hasta el Mar Rojo. El Dr. Bronstein explicó: «Si bien es común culpar de todo al calentamiento global, en muchos casos la mortalidad no está directamente relacionada con el calor. Algunas especies pueden tolerar temperaturas más altas, pero el calentamiento está cambiando las condiciones ambientales, incluidos los niveles reducidos de oxígeno y el aumento de la actividad patógena».
En 2023, el Dr. Bronstein documentó una mortalidad masiva de erizos de mar de espinas largas (Diadema setosum) a lo largo de la costa del Mar Rojo. Es alarmante que este brote estuviera relacionado con el mismo parásito ciliado responsable de la devastadora disminución de una especie caribeña similar. Desde entonces, la propagación del patógeno llegó al Océano Índico y resurgió en el Caribe, lo que llevó a los expertos a llamarlo una pandemia global con graves consecuencias para las poblaciones de erizos de mar.
«Los erizos de mar desempeñan un papel crucial en el mantenimiento de la salud de los arrecifes de coral al alimentarse de algas y prevenir el crecimiento excesivo», dijo el Dr. Bronstein. Un evento similar ocurrió en 1983, cuando el erizo de mar del Caribe Diadema antillarum murió misteriosamente, lo que provocó un crecimiento desenfrenado de algas que asfixiaron los arrecifes de coral. A pesar del paso de casi cuarenta años, la recuperación tanto de las poblaciones de erizos de mar como de los arrecifes de coral ha sido lenta. Existe la preocupación de que esté ocurriendo una dinámica similar en otras áreas donde se produce la muerte regresiva de los erizos de mar.
Para combatir uno de los desafíos clave en el muestreo genético marino, la estudiante de posgrado Mai Bonomo, en colaboración con el Dr. Bronstein, desarrolló un método innovador, rentable y no invasivo para el muestreo de ADN bajo el agua. Su técnica, publicada en la revista Molecular Ecology Resources, es similar a una prueba de COVID-19 y permite a los investigadores recolectar muestras genéticas sin dañar a los animales marinos.
Los métodos convencionales suelen implicar prácticas invasivas que son perjudiciales para las especies que se estudian. «Para abordar este problema, hemos desarrollado un kit de muestreo de ADN submarino que es fácil de usar y eficaz», explica el Dr. Bronstein. El kit permite a los investigadores tomar muestras de las superficies de animales marinos y luego asegurar las muestras para el análisis genético, una práctica que se puede realizar prácticamente en cualquier entorno submarino.
Esta nueva herramienta ha demostrado ser eficaz en varios lugares difíciles, incluidos Djibouti y la Isla de la Reunión, almacenando muestras durante meses sin refrigeración. En un ensayo a gran escala en el Golfo de Eilat, los investigadores lograron recolectar material genético de numerosos equinodermos, enriqueciendo la comprensión de la diversidad de especies, lo que resultó en el descubrimiento de varias especies nuevas y la reclasificación de otras.
Estos estudios innovadores no solo arrojan luz sobre las complejidades que rodean la muerte de los erizos de mar, sino que también introducen un método innovador para mejorar la investigación marina, abordando desafíos clave en la ecología marina a través de esfuerzos científicos cooperativos y adaptativos.



