En un giro fascinante de las profundidades del Pacífico, la administración nacional y atmosférica (NOAA) está enredada en décadas de misterio en torno a un ruido inquietante que se registró en 1999. Este sonido peculiar, conocido como ‘Julia’, ha introducido tanto los científicos como los teorios de conspiración de los tealladores, que no tienen cambios desde su captura.
La misteriosa grabación tuvo lugar el 1 de marzo de 1999, con la ayuda de la serie de hidrofonía autónoma de NOAA ubicada en el Pacífico ecuatorial oriental. La duración de unos tres minutos llamó a las descripciones de sonido espeluznantes que recuerdan a la voz de una mujer. Tales interpretaciones, en combinación con el zumbido ambiental de las grabaciones submarinas, han alimentado las continuas discusiones y debates, para ilustrar la dificultad que los investigadores tienen para determinar la verdadera causa del fenómeno.
La ubicación del sonido es notable, ubicada entre el Estrecho de Bransfield y el Cape Adare, ambos colocados dentro de las fronteras frías de la Antártida. Esta región remota, caracterizada por algunas de las condiciones ambientales más extremas del planeta, complica los esfuerzos para identificar el origen preciso del sonido. A pesar de los desafíos remotos, los investigadores han limitado la fuente potencial, pero las variaciones en las circunstancias acústicas continúan con respuestas definitivas de nubes.
El espeluznante de Julia también ha dado lugar a una gran cantidad de teorías de conspiración. Algunos han especulado que el sonido podría provenir de una nave espacial alienígena que navega bajo las olas. Los proponentes de esta teoría mencionan diferentes afirmaciones, incluida una aleación de Reddit popular que conecta el sonido con una supuesta imagen que se grabó durante la misión Apollo 33A5 de la NASA, con un gran tono que se mueve cerca. Sin embargo, tales teorías se enfrentan al escepticismo de la comunidad científica, que insisten en una comprensión más basada del fenómeno.
NOAA ha sugerido su propia hipótesis: que el sonido proviene de un iceberg que ha corrido el suelo a lo largo de la costa de la Antártida. Los icebergs gigantescos tienen la capacidad de generar sonidos submarinos significativos, raspaduras a lo largo del fondo del océano o posiciones cambiantes, lo que proporcionó credibilidad científica a su teoría. Los aspectos importantes, sin embargo, siguen siendo ambiguos, en particular el azimú del sonido, un aspecto vital para determinar la fuente.
En su evaluación oficial, NOAA enfatizó la incertidumbre sobre el origen de Julia y declaró: «La fuente más probable del sonido que anteriormente se conoce como ‘Julia’ es un gran iceberg que ha encallado desde la Antártida». Pero a pesar de esta explicación plausible, continúan existiendo innumerables incertidumbres y sirven para aumentar las intrigas.
Más de veinte años después, el misterio de Julia estaba lejos de ser resuelto. Las especulaciones continúan extendiéndose e incluyen causas naturales y artificiales como la actividad sísmica o las corrientes oceánicas inusuales. Si bien el sonido espeluznante resuena a través de los corredores de la investigación científica y la imaginación pública, subraya las enormes áreas desconocidas que permanecen ocultas bajo la superficie del océano.
Los recientes esfuerzos para investigar sonidos oceánicos inexplicables indican una dedicación renovada para descifrar estos misterios acuáticos. Julia y sonidos diferentes similares sirven como recuerdos conmovedores del concepto limitado de humanidad de las profundidades del océano. Aunque el verdadero origen de Julia nunca puede ser completamente descubierto, el misterio permanece, por lo que se registra la fascinación y los miedos de los límites de la exploración oceánica.