La Guardia Costera de Estados Unidos ha emitido un nuevo memorando que clasifica las esvásticas y los dogales como “símbolos de odio”, un cambio significativo con respecto a una política anterior que consideraba su exhibición simplemente como “potencialmente divisiva”. Esta reclasificación se produce a raíz de las crecientes críticas a la posición anterior de la Guardia Costera, que había generado preocupaciones sobre la posibilidad de restar importancia a la gravedad y las implicaciones de estos símbolos.
La guía actualizada prohíbe específicamente la exhibición de esvásticas, lazos y otros símbolos o banderas asociados con grupos de odio que promueven una ideología arraigada en la supremacía, la intolerancia racial o religiosa y el antisemitismo. Esta nueva política se publicó poco después de que The Washington Post destacara la decisión anterior de la Guardia Costera de clasificar estos símbolos como «potencialmente divisivos», un cambio que entraría en vigor en diciembre. La política anterior sugería que estas expresiones simplemente constituían posibles incidentes de odio, lo que provocó indignación por la insensibilidad percibida.
Este último memorando sigue a un período de intensa investigación y debate sobre las implicaciones de la política de la Guardia Costera. Los críticos han expresado su preocupación por el enfoque del poder militar al abordar los símbolos vinculados a algunos de los períodos más oscuros de la historia de la humanidad. El Departamento de Seguridad Nacional (DHS), bajo el cual opera la Guardia Costera, negó inicialmente las acusaciones de un cambio de política. Tricia McLaughlin, portavoz del DHS, enfatizó que la nueva orden reafirmaba las prohibiciones existentes sobre los símbolos de odio, en lugar de indicar un alejamiento del lenguaje anterior.
Las sogas son sinónimo del legado de terror racial en los Estados Unidos y representan el linchamiento de miles de personas negras durante un período tumultuoso marcado por la violencia racial. Las esvásticas, por otro lado, simbolizan las atrocidades cometidas bajo el régimen de Adolf Hitler en la Alemania nazi, que provocaron la muerte de millones de personas durante el Holocausto y un sufrimiento inimaginable, incluida la pérdida de aproximadamente 1.900 guardacostas en la Segunda Guerra Mundial.
En respuesta a la reacción, la representante Lauren Underwood, demócrata de Illinois, abordó de manera proactiva las preocupaciones sobre el liderazgo de la Guardia Costera. Después de reunirse con el comandante en funciones, el almirante Kevin Lunday, le aseguraron que la política se revisaría para crear una prohibición más estricta de los símbolos de odio. Underwood afirmó que Lunday reafirmó el compromiso con una prohibición integral de los símbolos de odio, enfatizando el compromiso de la agencia de defender sus valores fundamentales.
El almirante Lunday reiteró que las esvásticas y otras formas de imágenes extremistas siguen estrictamente prohibidas dentro de la Guardia Costera. Indicó que cualquier caso de tales exhibiciones sería investigado de inmediato y enfrentaría graves consecuencias.
El ejército en general ha enfrentado desafíos continuos al abordar el extremismo en sus filas. Un informe del Pentágono de 2020 señaló que, si bien las opiniones extremistas no estaban generalizadas dentro de las fuerzas armadas, los riesgos potenciales asociados con personas que poseen entrenamiento y experiencia militar eran una preocupación apremiante. Durante la administración del presidente Biden, el secretario de Defensa, Lloyd Austin, implementó medidas para promover el diálogo en torno al tema del extremismo, con el objetivo de cultivar un ambiente más inclusivo dentro de las operaciones militares.
La conversación sobre la presencia de ideologías extremistas en contextos militares sigue siendo polémica: algunos funcionarios restan importancia a la importancia del tema y otros piden medidas rigurosas para abordarlo. A medida que la política evoluciona y aumenta el escrutinio público, la última medida de la Guardia Costera se considera un paso crítico para abordar las complejidades que rodean los símbolos de odio y sus implicaciones para los miembros del servicio y la comunidad en general.



