Durante una polémica audiencia en el Congreso, la Fiscal General Pam Bondi enfrentó críticas generalizadas mientras defendía su mandato en medio de acusaciones de politización del Departamento de Justicia bajo su liderazgo. Esto se produce a raíz de la acusación del exdirector del FBI James Comey, y los demócratas utilizaron la plataforma para expresar preocupaciones sobre lo que ven como una erosión de la independencia del departamento de la influencia política.
Durante la audiencia, Bondi eludió preguntas inquisitivas sobre las controvertidas acciones de su gobierno, incluidas investigaciones con carga política y el despido de fiscales de carrera. Sus repetidas negativas a dar más detalles dejaron poca claridad sobre su proceso de toma de decisiones, ya que, en cambio, dio la vuelta a las críticas y afirmó que fue la administración Biden la que había convertido al Departamento de Justicia en un arma contra el expresidente Donald Trump.
Los críticos del Partido Demócrata enfatizaron que la integridad del departamento está en juego, y el senador Dick Durbin comparó la situación actual con el escándalo Watergate. Caracterizó el enfoque de Bondi como una transformación que podría tomar décadas para que la institución se recuperara, contrastándolo en marcado contraste con la independencia que previamente había definido al Departamento de Justicia.
En respuesta a la división partidista en la audiencia, los republicanos se apresuraron a defender a Bondi, destacando la politización percibida bajo el gobierno actual. Señalaron revelaciones recientes de que el FBI había examinado los registros telefónicos de varios legisladores republicanos como parte de su investigación, alegando que tales acciones violan normas constitucionales.
La audiencia marcó la primera aparición de Bondi ante el Comité Judicial del Senado desde su nombramiento. Los demócratas rápidamente le recordaron su promesa de permanecer apolítica en su cargo y cuestionaron si había cumplido esa promesa. Bondi afirmó que sus acciones reflejan un compromiso de restaurar un sistema de justicia unificado, afirmando que el Departamento de Justicia ahora estaba libre de influencia política, a pesar de las afirmaciones de sus críticos en sentido contrario.
Las tensiones aumentaron cuando Bondi rechazó las preguntas, especialmente del senador Durbin, y a menudo desplazó la discusión hacia temas más amplios como la tasa de criminalidad de Chicago. La atmósfera combativa subrayó profundas diferencias partidistas sobre el enfoque de la agencia encargada de hacer cumplir la ley.
También surgieron cuestiones controvertidas durante el interrogatorio sobre varias investigaciones y figuras políticas, y Bondi se negó a discutir detalles, incluido el caso contra Comey. Esto provocó frustración entre los demócratas, quienes calificaron sus respuestas de desdeñosas e indicativas de elusión de responsabilidad.
A medida que avanzaba la audiencia, quedó claro que era poco probable que se superara la división partidista, ya que ambas partes estaban firmemente arraigadas en sus respectivas narrativas sobre la integridad y politización de la aplicación de la ley en los Estados Unidos contemporáneos.