Durante años, funcionarios estadounidenses han expresado preocupación por la creciente presencia de China en América Latina y el Caribe, una tendencia que los líderes del Comando Sur de Estados Unidos (Southcom) han calificado explícitamente como un “gran desafío” desde 2010. Este creciente enfoque en la competencia con Beijing se destaca en los informes anuales presentados a los Comités de Servicios Armados del Congreso de Estados Unidos.
Históricamente, Estados Unidos ha obtenido una sensación de seguridad de su condición de “socio preferido” para la cooperación en materia de defensa y seguridad en Estados Unidos. Sin embargo, los acontecimientos recientes indican que esta confianza está flaqueando, especialmente ahora que China comienza a superar a Estados Unidos en diplomacia militar, un área crucial para forjar relaciones e influencia internacionales.
La diplomacia militar incluye una variedad de iniciativas, como la educación y entrenamiento militar internacional (IMET), visitas militares de alto nivel, intercambios entre academias militares y ejercicios conjuntos. Un análisis reciente del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) ha subrayado la creciente posición de China en la diplomacia militar en América Latina y el Caribe. Por ejemplo, los datos muestran que China matriculó cinco veces más estudiantes militares de la región en sus escuelas militares en 2020 en comparación con Estados Unidos.
Las implicaciones de la diplomacia militar son significativas y ofrecen beneficios tanto de poder blando como duro. En tiempos de paz, promueve la buena voluntad y profundiza las redes de influencia dentro de las fuerzas armadas extranjeras. En tiempos de conflicto, puede aumentar la preparación y la interoperabilidad de las fuerzas armadas. Los cadetes que se entrenan en el extranjero a menudo traen conocimientos y experiencias valiosas a sus países de origen, dando forma a perspectivas sobre seguridad y fortaleciendo alianzas.
Si bien el enfoque de China hacia la diplomacia militar tradicionalmente ha pasado a un segundo plano frente a sus ambiciones económicas en América Latina, recientes documentos de política del gobierno chino, particularmente de 2008 y 2016, han subrayado los intercambios militares como un objetivo estratégico. Estos documentos exigen una mayor cooperación militar en áreas como el entrenamiento y el mantenimiento de la paz, en línea con los esfuerzos humanitarios y antiterroristas.
En el pasado, Southcom ha desempeñado un papel dominante en la facilitación de acciones militares en todo Estados Unidos, liderando iniciativas que fortalecen las asociaciones y promueven la educación militar internacional. Estados Unidos ha creado varias plataformas multilaterales para fortalecer el compromiso en materia de defensa, incluida la Conferencia de Ministros de Defensa de las Américas y el Colegio Interamericano de Defensa, que ha capacitado a miles de militares de la región.
Sin embargo, la diplomacia militar estadounidense ha enfrentado obstáculos importantes en los últimos años, incluidos obstáculos burocráticos, restricciones a la financiación de programas educativos y presupuestos de defensa estancados que no han logrado seguir el ritmo de la inflación. Desde 2014, Southcom ha informado de una disminución de los recursos necesarios para cumplir su misión, lo que ha dado lugar a una «lista de deseos» de elementos sin financiación, incluidas muchas iniciativas destinadas a promover la diplomacia militar.
Las investigaciones indican una disminución notable en las oportunidades de IMET para los países receptores tradicionales en América Latina. En Perú, por ejemplo, el número de alumnos del IMET cayó de alrededor de 1.000 a mediados de la década de 2010 a menos de 200 en 2019, mientras que Argentina experimentó una disminución similar. En respuesta a esta brecha, China ha llenado activamente la brecha ofreciendo condiciones favorables a los estudiantes de ALC, como alojamiento de lujo y asignaciones financieras, al tiempo que brinda más puntos de entrada a los oficiales subalternos en comparación con Estados Unidos.
Esta estrategia ha permitido a China cultivar diálogos de defensa de alto nivel, fortaleciendo las relaciones con varios países de la región. Ha habido intercambios notables con actores importantes como Brasil y Argentina. Brasil, a través de su Comisión Conjunta de Intercambio y Cooperación, ha establecido amplias asociaciones militares entre todas las ramas del país, mientras que los vínculos de Argentina han fluctuado debido a cambios políticos, pero aún incluyen planes para una cooperación continua y posibles compras de armas.
A medida que China profundiza su diplomacia militar en América Latina a través de su Iniciativa de Seguridad Global (GSI), que incluye un espectro más amplio de cooperación que vincula la defensa con la tecnología emergente y los desafíos globales, el desafío para Estados Unidos se vuelve más claro.
Para contrarrestar estos cambios, es imperativa una estrategia revitalizada de la diplomacia militar estadounidense, especialmente mediante la financiación total de los programas IMET y la mejora de las oportunidades educativas para los oficiales latinoamericanos en las instituciones de defensa estadounidenses. Además, Estados Unidos debe aprovechar estratégicamente sus ventajas históricas en asistencia humanitaria y alivio de desastres, al tiempo que aborda amenazas contemporáneas como el crimen organizado y la creciente violencia criminal en el hemisferio.
En última instancia, la efectividad de la participación estadounidense determinará la capacidad de Estados Unidos para mantener influencia en las relaciones militares en toda América Latina, a pesar de la creciente asertividad de China. La pregunta apremiante sigue siendo: ¿Estados Unidos está preparado para dar una respuesta competitiva a la creciente influencia de China en la región?