La concentración militar estadounidense cerca de Venezuela genera temores de una posible invasión


La preocupación y la especulación generalizadas sobre la posibilidad de una operación militar estadounidense contra Venezuela están aumentando, especialmente en el contexto de la posición poco clara del presidente Donald Trump sobre el régimen de Nicolás Maduro. Informes recientes indican que Estados Unidos está involucrado en la mayor concentración militar en el Caribe desde la intervención de 1994 en Haití. Inicialmente presentada como una campaña antidrogas, la operación parece ir más allá de las misiones típicas.

Según confirman varios medios de comunicación, entre ellos Reuters y el Financial Times, al menos ocho buques de guerra de la Armada estadounidense, además de un submarino de ataque de propulsión nuclear, se encuentran operando en aguas cercanas a Venezuela. El USS Gerald R. Ford, un grupo de ataque de portaaviones, está actualmente estacionado en la región, equipado con avanzados cazas furtivos F-35. Además, varios miles de marines estadounidenses del Iwo Jima Amphibious Ready Group están en servicio activo.

Si bien el Departamento de Defensa de Estados Unidos afirma que el despliegue tiene como objetivo cárteles de la droga profundamente arraigados, como el Tren de Aragua de Venezuela y el Cartel de los Soles, los analistas creen que el tamaño y la composición de la presencia militar sugieren un objetivo estratégico más amplio. Los activos disponibles –incluidos buques de asalto anfibio y aviones furtivos– son capaces de realizar ataques de precisión y operaciones terrestres limitadas, superando significativamente los requisitos de las patrullas antidrogas estándar. Al Jazeera ha señalado que estas fuerzas están estratégicamente posicionadas a poca distancia de la costa norte de Venezuela.

Paralelamente a estos movimientos militares, se ha informado de una mayor actividad en Puerto Rico y las Islas Vírgenes de Estados Unidos. Las instalaciones de defensa en estas áreas de Estados Unidos están presenciando un ritmo operativo cada vez mayor, incluido el reabastecimiento de combustible de los aviones y la activación de los sistemas de radar. Algunas publicaciones en las redes sociales sugieren la reapertura y ampliación de la antigua Estación Naval Roosevelt Roads; sin embargo, estas afirmaciones siguen sin estar verificadas oficialmente.

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Desde principios de septiembre, la Armada y las Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos habrían interceptado y destruido múltiples barcos sospechosos de tráfico de drogas en el Caribe. Al menos diez de estos incidentes se han hecho públicos y se han saldado con más de cuarenta víctimas mortales en el mar. Existe una creciente especulación de que podrían estar teniendo lugar en suelo venezolano operaciones clandestinas, en las que posiblemente participen la CIA o fuerzas especiales estadounidenses, aunque tales afirmaciones aún no han sido fundamentadas.

La presión sobre el presidente Maduro ha aumentado; el presidente Trump ha calificado a su gobierno de «régimen criminal» y ha aumentado la recompensa por la captura de Maduro a 50 millones de dólares. Aunque Caracas ha tratado de negociar a través de ofertas comerciales de petróleo o concesiones de minerales, se dice que Estados Unidos ha rechazado estas propuestas.

En respuesta a la escalada de tensiones, Maduro ha movilizado tropas y aviones no tripulados a lo largo de los estados costeros del país, reafirmando su voluntad de repeler cualquier invasión planeada. Ha acusado a Estados Unidos de planear apoderarse de los campos petroleros venezolanos bajo el pretexto de una operación antidrogas.

Tanto Rusia como China han condenado el aumento militar estadounidense como excesivo y desestabilizador. El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, ha tratado de mediar a nivel regional para reducir la escalada de la confrontación.

A pesar de la falta de acción militar directa en territorio venezolano, los informes indican que casi se produjo un accidente que involucró a aviones de combate venezolanos que atacaron un buque de guerra estadounidense. La intensificada retórica y la postura militar plantean interrogantes críticos sobre si esta situación representa una estrategia de presión calculada de Trump contra Maduro o indica una ocupación militar inminente.



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