El despliegue de miembros federales de la Guardia Nacional en varias ciudades estadounidenses ha impulsado una considerable controversia y desafíos legales, en particular porque la administración Trump intensifica su alarma en la intensificación de lo que el «terrorismo de izquierda» y la creciente violencia se intensifican. Recientemente, el gobernador californiano Gavin Newsom criticó el envío de 300 miembros de la Guardia Nacional de California a Oregon, y enfatizó que esta decisión bloqueó la propia Guardia Nacional del Tribunal Federal de Oregón. Newsom condenó la acción como un «abuso de poder impresionante», con el argumento de que se trataba más de ejercer el control que garantizar la seguridad pública. Prometió emprender acciones legales contra la medida.
El presidente Trump también ha autorizado el uso de la Guardia Nacional en Chicago, en medio de tensiones crecientes en torno a las redadas de inmigración en la ciudad. Las redadas, parte de una iniciativa más amplia que se conoce como ‘Operación Midway Blitz’, han fortalecido las protestas locales contra la aplicación de la inmigración federal. El alcalde Brandon Johnson y el gobernador de Illinois JB Pritzker han expresado una fuerte oposición contra el uso de tropas militares en su ciudad y lo llamaron un acto de autoritarismo. Pritzker indicó que la Casa Blanca le había dado un ultimátum: llamar a la Guardia Nacional del Estado o obtener una apuesta federal en contra de sus deseos.
En Portland, Oregon, las tensiones también han aumentado a medida que la administración intentó usar las fuerzas de la Guardia Nacional para responder a las protestas contra la aplicación de la inmigración. Un tribunal federal otorgó una orden limitante temporalmente contra este despliegue, que declaró que las protestas no eran un peligro que la intervención militar requeriría. La gobernadora Tina Kotek criticó las acciones federales y afirmó que llegó la única amenaza real para el presidente Trump.
Mientras tanto, la situación en Memphis está en marcado contraste. En contraste con sus homólogos en Oregon e Illinois, el gobernador de Tennessee, Bill Lee, dio la bienvenida a la intervención militar de Trump y la menciona como una oportunidad para abordar el crimen violento en la ciudad. Aunque los líderes locales indican que las tasas de criminalidad habían alcanzado recientemente un mínimo de 25 años, el enfoque de la administración sigue siendo fuerte en la seguridad y la aplicación de la ley.
Los esfuerzos federales en Washington, DC también han enfatizado el uso de la policía y la ley en áreas civiles. Se dijo que un estado de emergencia ejercía el control de la policía de la ciudad, lo que llevó a un rechazo legal de DC Burgemeester Muriel Bowser. El enfoque de la administración indica un cambio importante en la forma en que las tropas militares pueden usarse en su propio país, para que se puedan incluir alarmas sobre las implicaciones para los derechos civiles y la administración.
En general, las decisiones recientes de Trump reflejan una voluntad creciente de llamar recursos militares para la política y la gestión nacional, como resultado de las cuales se hacen preguntas éticas y constitucionales sobre el papel de la autoridad federal en la gestión comunitaria y la respuesta a los disturbios civiles. Los líderes locales en las ciudades afectadas han jurado resistir estas acciones, tanto legal como públicamente, lo que los impuso como un rango peligroso por el gobierno federal.