Una operación de control de inmigración en Canal Street de Manhattan provocó protestas espontáneas cuando agentes federales comenzaron a interrogar y detener a vendedores ambulantes en la concurrida zona comercial, a menudo en relación con la venta de productos de diseño falsificados. La operación resultó en el arresto de 14 personas, incluidos varios manifestantes acusados de agredir u obstruir a los agentes del orden.
El jueves por la tarde, un gran número de neoyorquinos se reunieron en respuesta a la presencia del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) y otros agentes federales que realizaban sus investigaciones de rutina. Cuando los agentes intentaron llevar a cabo una operación de inmigración contra los vendedores, la atmósfera se intensificó rápidamente. Los testigos informaron que multitudes enojadas rodearon a los agentes, corearon consignas y bloquearon el acceso a sus vehículos. En un esfuerzo por mantener el orden, los agentes se enfrentaron a los manifestantes, recurriendo en ocasiones a la fuerza física, incluso empujando a los individuos al suelo y amenazándolos con pistolas paralizantes o gas pimienta.
La redada inicial de inmigración resultó en nueve arrestos, según Tricia McLaughlin, portavoz del Departamento de Seguridad Nacional. Posteriormente, cuatro personas más fueron arrestadas por presuntamente agredir a agentes federales durante las protestas, mientras que otra fue acusada de obstruir la aplicación de la ley al bloquear un camino de entrada. McLaughlin describió la operación como una iniciativa “dirigida e impulsada por inteligencia” dirigida a actividades delictivas relacionadas con la venta de productos falsificados. Señaló que entre los arrestados se encontraban personas con cargos previos de delitos graves, incluidos robo, tráfico de drogas y agresión.
La medida de aplicación de la ley generó críticas de los políticos en la actual carrera por la alcaldía de la ciudad de Nueva York. El miembro de la Asamblea estatal Zohran Mamdani condenó la operación, afirmando que representaba un enfoque autoritario que avivaba el miedo en lugar de garantizar la seguridad pública. El exgobernador Andrew Cuomo se hizo eco de estos sentimientos y sugirió que la operación priorizó el miedo a la justicia.
Históricamente, Canal Street ha ganado notoriedad como centro de productos falsificados, y las agencias federales trabajan regularmente con las autoridades locales y las marcas de lujo para combatir el comercio ilegal. A la luz de las recientes acciones policiales, el alcalde Eric Adams distanció a su administración de la operación y enfatizó que la policía no participó en la acción. Reafirmó que los inmigrantes indocumentados que luchan por alcanzar sus sueños no deberían ser el foco de los esfuerzos de aplicación de la ley, sino que abogó por recursos para abordar los delitos violentos.
Los acontecimientos en Canal Street no sólo ponen de relieve la naturaleza controvertida de la aplicación de la ley de inmigración, sino que también exponen profundas divisiones en la opinión pública y las posiciones políticas con respecto al tratamiento de los inmigrantes indocumentados en la comunidad.