Estados Unidos puede cambiar la actitud de las capacidades nucleares aliadas en medio del debate del submarino en Corea del Sur


Un cambio importante en la política de defensa de los Estados Unidos puede estar en el horizonte, porque Washington está considerando un enfoque más adaptable a las posibilidades nucleares aliadas en medio de la dinámica geopolítica cambiante. Las discusiones se producen como Corea del Sur, la posible adquisición de submarinos de energía nuclear pesa, además de las posibles revisiones del acuerdo de Skirt 123.

Jennifer Kavanagh, miembro principal en prioridades de defensa, expresó esta perspectiva en evolución en una entrevista reciente y subrayó que la Estrategia de Defensa Nacional Americana está experimentando una evaluación que puede influir significativamente en el marco de defensa de Corea del Sur. Esta reevaluación es oportuna cuando Seúl debates sobre la perspectiva de los submarinos nucleares, lo que mejoraría las capacidades marítimas.

Kavanagh enfatizó que Estados Unidos continúa viendo a Corea del Sur como un socio esencial en el noreste de Asia, incluso mientras persisten las discusiones sobre los niveles de tropas. Aunque ha habido llamadas para reducir la presencia militar estadounidense, Kavanagh sugirió que los recortes drásticos son poco probables en el futuro cercano. La capacidad para que las tropas estadounidenses se involucren libremente en las crisis regionales pueden disminuir si Corea del Sur duda en proporcionar apoyo estratégico completo durante situaciones de emergencia, lo que debilita el valor permanente de las tropas estadounidenses en la región.

El centro de este debate es el papel de las posibilidades nucleares. Históricamente, Estados Unidos confió en su tríada nuclear para ofrecer una amplia disuasión a aliados importantes, incluidos Corea del Sur y Japón. El actual Acuerdo 123, revisado en 2015, limita a Corea del Sur para enriquecer el material nuclear por encima del 20 por ciento y prohíbe las aplicaciones militares de combustible nuclear del origen de los Estados Unidos, de modo que cada submarino nuclear impulsado a pesar de la infraestructura civil establecida de núcleo.

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El candidato de Corea del Sur para el Ministro de Relaciones Exteriores, Cho Hyun, indicó la necesidad de cambiar el acuerdo 123 para considerar la propulsión nuclear de los submarinos posibles. Tal progreso no solo aumentaría el alcance y la resistencia, sino que también fortalecería el segundo poder de triciclo de Corea del Sur contra Corea del Norte.

Las implicaciones operativas de los submarinos de alimentación nuclear son notables. Estos barcos pueden permanecer sumergidos durante períodos más largos sin aparecer con submarinos diesel-eléctricos convencionales, que solo pueden permanecer bajo el agua durante una duración limitada. Actualmente, los submarinos de clase KSS III en Corea del Sur pueden lanzar cohetes balísticos, pero están limitados por su propulsión no nuclear. La transición a los submarinos impulsados ​​por nuclear puede cambiar considerablemente el equilibrio del poder militar en la región.

Esta evolución son desafíos operativos complejos para los Estados Unidos. Si Zuid -Corea integra con éxito la propulsión nuclear, esto podría reformar el marco de cooperación de las tropas submarinas aliadas, lo que requiere ajustes a la doctrina, la comunicación y la coordinación operativa con el Comando del Pacífico de los Estados Unidos. Además, cualquier cambio a permitir el enriquecimiento de combustible nuclear implicaría una rigurosa supervisión regulatoria bajo la Ley de Energía Atómica de los Estados Unidos, que puede requerir la participación del Congreso.

Mientras se desarrollan estas discusiones, el paisaje geopolítico más amplio cambia. Kavanagh señaló que algunos dentro del Pentágono ahora especulan que permitir capacidades nucleares aliadas limitadas podría ser aceptable como un contrapeso para reducir la presencia militar estadounidense. Dicha política podría ser una desviación significativa de décadas de obligaciones de no proliferación, que invitan a reacciones de China y Rusia, que históricamente están diseñadas en contra de iniciativas como Aukus para facilitar las capacidades submarinas nucleares en las naciones aliadas.

Corea del Norte, que ya ha demostrado ambiciones para un submarino con alimentación nuclear, podría considerar cualquier aprobación estadounidense de las capacidades nucleares aliadas como una aprobación tácita para promover su agenda nuclear, lo que complica aún más un entorno de seguridad regional ya tenso.

El sentimiento público en Corea del Sur parece promover un aumento en la autonomía nuclear, en la que las encuestas indican que más del setenta por ciento de los ciudadanos apoyan el desarrollo de armas nucleares o submarinos con alimentación nuclear. Según la élite política, sin embargo, existe una notable preferencia por mantener una actitud de latencia nuclear, lo que hace posible la posibilidad de desarrollo sin cruzar el umbral nuclear de inmediato.

Las implicaciones de esta maniobra estratégica se extienden más allá de la península coreana. Se ha preocupado que un debilitamiento observado de las garantías de seguridad estadounidenses puede conducir al hecho de que los países aliados buscan estrategias de deterioro independientes, en particular porque revisan su actitud de seguridad en respuesta a las crecientes amenazas de China y Corea del Norte.

En resumen, mientras que Estados Unidos reconfiguró sus prioridades de defensa con un enfoque fuerte en China como una amenaza principal, marcan las discusiones sobre las capacidades nucleares aliadas, especialmente en Corea del Sur, un momento potencialmente transformador en la dinámica de seguridad regional. El debate sobre estos problemas complejos solo comienza, pero las observaciones de Kavanagh subrayan un cambio importante en el enfoque de la política nuclear entre nuestros aliados en Asia.



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