El reciente anuncio del Secretario de Defensa, Pete Hegseth, sobre el establecimiento de una instalación de la Fuerza Aérea del Emiri de Qatar en la Base de la Fuerza Aérea Mountain Home en Idaho ha provocado una ola de críticas de figuras prominentes dentro de la facción MAGA del Partido Republicano. El anuncio, visto como una contradicción con la política de «Estados Unidos primero» de la administración, ha dejado a algunos aliados sintiéndose desilusionados.
Laura Loomer, una abierta activista conservadora, expresó su fuerte oposición en las redes sociales y dijo: “Nunca me he sentido más traicionada por el Partido Republicano”. Su frustración apunta a una creciente sensación de malestar entre los partidarios leales del expresidente Donald Trump, quienes pueden ver la medida como un alejamiento de los principios que defienden.
Steve Bannon, quien jugó un papel clave en la configuración del movimiento MAGA, expresó sus objeciones en un mensaje a Newsweek, afirmando: «Nunca debería haber una base militar de una potencia extranjera en el terreno sagrado de Estados Unidos». Sus comentarios reflejan preocupaciones más amplias entre la base del MAGA con respecto a la soberanía y la seguridad nacionales.
La decisión de permitir que un contingente de F-15 y pilotos qataríes estén estacionados en la base aérea de Idaho se produce en el contexto de los esfuerzos diplomáticos estadounidenses en curso para mediar en el conflicto entre Israel y Hamás. Qatar, un conocido aliado de Estados Unidos, actualmente apoya operaciones militares cruciales del CENTCOM en su base aérea de Al-Udeid. Sin embargo, la medida ha llamado la atención, especialmente después de un incidente controvertido anterior en el que Trump aceptó un avión de lujo de Qatar, lo que generó dudas sobre la posible influencia de entidades extranjeras.
Loomer enfatizó aún más su posición en una serie de publicaciones sobre X, argumentando que «ningún otro país debería tener una base militar en suelo estadounidense. Especialmente los países musulmanes». Criticó específicamente los vínculos financieros de Qatar con organizaciones como Hamás y los Hermanos Musulmanes, afirmando que permitir tal acuerdo en suelo estadounidense sería perjudicial. Loomer incluso insinuó que estaba decepcionada por votar en las próximas elecciones de 2026 debido a su descontento con esta decisión.
Otra comentarista conservadora, Amy Mek, se hizo eco de los sentimientos de Loomer y caracterizó la decisión como un «engaño compartido» que impregnó el enfoque de Washington en las relaciones exteriores. Sugirió que la creación de la instalación no representa un camino hacia la paz, sino más bien un enredo precario.
A pesar de estas críticas, Hegseth ha sostenido que la cooperación se centrará principalmente en el entrenamiento y la asociación, con el objetivo de aumentar la eficacia militar y la interoperabilidad operativa. Actualmente no hay indicios de que las instalaciones se vayan a utilizar para fines fuera de este marco establecido.
A medida que la situación evoluciona, las implicaciones de esta decisión para la política exterior y la dinámica política interna de Estados Unidos aún están por verse. La reacción de la base del MAGA señala una posible ruptura del apoyo al gobierno, que merece mucha atención antes de futuras elecciones.