En una medida audaz que contrasta con su retórica de «Estados Unidos primero», el presidente Donald Trump se ha embarcado en una gira de cinco días por Asia, mostrando un entusiasmo inesperado por la diplomacia internacional. La gira de Trump, que incluyó Malasia, Japón y Corea del Sur y una reunión de alto perfil con el presidente chino Xi Jinping, ha llamado la atención no sólo por su alcance sino también por el aparente gusto de Trump por ser el centro de atención mundial en medio de desafíos internos.
A su llegada a Malasia, Trump fue recibido con espectáculos de danza tradicional y participó con entusiasmo en las festividades, lo que indica una nueva apreciación por el compromiso cultural. En Japón, visitó un enorme portaaviones, donde se unió al primer ministro para pronunciar comentarios que enfatizaban las alianzas militares. Su viaje continuó en Corea del Sur, donde recibió obsequios ceremoniales, entre ellos una medalla de oro y una corona, lo que subraya su ofensiva de encanto diplomático.
A pesar de estos triunfos internacionales, la administración de Trump ha luchado contra el cierre del gobierno federal en Washington, y sus índices de aprobación siguen siendo bajos. Los observadores se preguntan qué tan efectivos resultarán sus esfuerzos globales para su agenda interna, que sigue centrada en la creación de empleos y la revitalización de la industria manufacturera estadounidense, objetivos apoyados por figuras como Carla Sands, ex embajadora de Estados Unidos en Dinamarca. Sands ha señalado que Trump está utilizando la diplomacia para asegurar mejores acuerdos comerciales e inversiones destinadas a fortalecer la economía estadounidense.
Durante su visita, Trump expresó su alegría por sus reuniones con líderes extranjeros y señaló: «Esa fue una gran reunión… Tuvimos una reunión fantástica», resumiendo su perspectiva optimista. Este giro hacia una diplomacia más amable sugiere que puede disfrutar del escenario internacional, en contraste con su crítica anterior de la interdependencia global.
Si bien esta ofensiva de encanto diplomático ha atraído inversiones por un total de casi 500 mil millones de dólares de Japón y 150 mil millones de dólares en compromisos de Corea del Sur para apoyar la construcción naval estadounidense, los críticos dicen que el enfoque errático de Trump plantea dudas sobre la efectividad a largo plazo de estos compromisos. El profesor de seguridad nacional Jasen Castillo comentó sobre la confianza de Trump en sus habilidades negociadoras, aunque destacó la falta de una visión clara y consistente de la política exterior.
Los elogios de Trump a los líderes del sudeste asiático y sus comentarios optimistas a los líderes empresariales, enfatizando que «los mejores acuerdos son los que funcionan para todos», contrastaron marcadamente con las críticas que a menudo dirigió a sus aliados y socios comerciales durante su primer mandato. Su entusiasmo alcanzó nuevas alturas durante una reunión con Xi Jinping, donde exudaba confianza y calificó la reunión como un “12” en una escala de 10 puntos.
Para Trump, la diplomacia parece depender del compromiso personal más que de discusiones multilaterales, y a menudo se prefieren acciones audaces a negociaciones prolongadas. Acontecimientos como su invitación espontánea al Primer Ministro de Malasia, Anwar Ibrahim, a viajar en la limusina presidencial ilustran su preferencia por un enfoque práctico.
En medio de este fervor diplomático, es importante prestar atención a la realidad más sombría en el país, donde las preocupaciones económicas y los bajos índices de aprobación pública desempeñan un papel importante. Muchos estadounidenses continúan expresando su desaprobación de la presidencia de Trump, con grandes preocupaciones sobre la inflación y el impacto de un cierre gubernamental de meses que afecta a innumerables familias.
Si bien Trump presenta a Estados Unidos como una fuente de inspiración para otros países durante su gira asiática, las consecuencias de sus compromisos exteriores aún están por verse. Mientras considera su estrategia interna de cara a las elecciones de 2025, se enfrenta a un electorado políticamente cauteloso y claramente dividido sobre el manejo por parte de su gobierno de las cuestiones tanto internas como internacionales.
 
                