En medio de las tensiones crecientes y la insatisfacción generalizada, el régimen iraní ha iniciado reformas considerables en su marco de seguridad, visto como un intento desesperado de recuperar el control de una sociedad que se está volviendo más inquieta y crítica con el gobierno. El centro de esta iniciativa es el establecimiento de un «Consejo de Defensa», una nueva entidad que está afiliada al Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC), según lo informado por la Agencia de Noticias Fars. Este consejo quiere supervisar las misiones estratégicas en la política de defensa, aunque los detalles de sus actividades son en gran medida desconocidos.
La medida sigue advertencias alarmantes de Nournews, asociado con el Supremo National Security Council (SNSC), que indica posibles cambios estructurales en entornos de seguridad importantes. Detrás de la fachada de la reforma hay una realidad más inquietante; Según los informes, el régimen no intenta promover la seguridad de sus ciudadanos, sino desarrollar mecanismos mejorados para su opresión.
Este cambio viene después de una considerable inteligencia y fallas operativas durante un conflicto reciente, como resultado de lo cual el líder supremo Ali Khamenei pierde confianza en su liderazgo militar. En un impulso urgente de control, se espera que los leales de Khamenei se integren más profundamente en los sectores de defensa e información. Los observadores no interpretan estas acciones como reformas diseñadas para fortalecer la seguridad nacional, sino como medidas destinadas a sobrevivir al régimen en medio de crecientes disturbios.
El gobierno iraní continúa asignando sus recursos al desarrollo de armas nucleares y operaciones paramilitares extranjeras, a menudo a expensas de la infraestructura doméstica vital. Con el país que se enfrenta a una grave escasez de agua, especialmente en grandes áreas urbanas, incluido Teherán, la frustración pública se intensifica. Muchos ciudadanos ahora critican abiertamente al régimen por priorizar la militarización sobre los servicios esenciales, lo que lleva a crecientes llamamientos para la responsabilidad.
En respuesta al aumento de las opiniones públicas anormales, las fuerzas de seguridad del estado han aumentado su represión, dirigidas a ciudadanos y extraterrestres bajo acusaciones de espía. Esto ha resultado en una ola de arrestos, a menudo seguido de pruebas simuladas y convicción dura, lo que contribuye a una atmósfera de miedo entre la población. Los informes indican que los prisioneros políticos están sujetos a violencia extrema, desapariciones forzadas y tortura sistémica, creando un ambiente de alza para el cabello en el que se introducen desacuerdos con represión brutal.
Si bien el régimen está luchando con estos desafíos, también ha visto una reconciliación de su equipo de seguridad. En particular, Ali Larijani, un ex secretario de SNSC, está listo para un regreso a su antiguo papel, mientras que se dice que el actual secretario, Ali Akbar Ahmadian, está asignado para tratar «asuntos especiales y estratégicos». Sin embargo, estos cambios se consideran indicativos de la desesperación del régimen en lugar de un signo de progreso o administración efectiva.
En general, la formación del Consejo de Defensa indica un momento crucial en la lucha constante de Irán con opiniones anormales internas. El enfoque del régimen permanece en primer lugar en la auto -conservación en lugar de mejoras reales en la seguridad nacional o el bien público. En un entorno donde el gobierno observa su mayor amenaza, ya que los ciudadanos que deben protegerlo, está claro que la opresión interna seguirá siendo un principio central de su estrategia.