El plan de 28 puntos entre Estados Unidos y Rusia coloca a Ucrania en una situación precaria


Un reciente plan de 28 puntos propuesto por negociadores estadounidenses y rusos ha puesto al presidente ucraniano Volodymyr Zelensky en una posición precaria, plagada de presiones y una amenaza implícita: aceptar los términos o arriesgarse a abandonar a Estados Unidos. El presidente Donald Trump subrayó la urgencia del asunto y dijo que Zelensky «tiene hasta el jueves» para aceptar la propuesta, insinuando que hay poco espacio para la negociación.

En un discurso serio a la nación, Zelensky resumió la gravedad de la situación y la presentó como una dura elección entre perder el apoyo crítico estadounidense y ceder a las demandas rusas, que el plan aborda en gran medida. Hay mucho en juego para Kiev; una retirada del apoyo estadounidense obstaculizaría gravemente los suministros militares y la inteligencia crucial, exacerbando problemas preexistentes como la escasez de personal y la inestabilidad financiera. La confianza en el gobierno de Zelenskiy, ya empañada por escándalos, podría erosionarse aún más.

Un rechazo del plan señalaría una profunda ruptura con Estados Unidos, cambiando el panorama geopolítico no sólo para Ucrania sino también para sus aliados europeos. Tal medida podría indicar que Estados Unidos podría retirarse de sus obligaciones, dejando efectivamente a Ucrania y otros países de Europa a su suerte frente a la agresión rusa.

Aunque la ausencia de armamento estadounidense tendría un impacto negativo en las capacidades militares de Ucrania, especialmente en la defensa aérea, la situación ha evolucionado desde el inicio del conflicto. La creciente importancia de los drones ha reducido la dependencia de los vehículos blindados y tanques tradicionales, y el apoyo europeo se ha vuelto cada vez más importante, superando la ayuda estadounidense.

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A pesar de los desafíos, Ucrania ha desarrollado una sólida industria nacional de drones y misiles, produciendo el 90% de los drones utilizados en sus operaciones militares. Sin embargo, todavía hay escasez de equipos cruciales, como los sistemas de misiles Patriot de fabricación estadounidense, y cualquier retirada del apoyo estadounidense podría poner en peligro este sector.

Estados Unidos había suspendido previamente el intercambio de inteligencia con Ucrania a principios de este año, incluida información vital sobre los movimientos militares rusos y los lanzamientos de misiles. Aunque los países europeos están aumentando sus capacidades de inteligencia, construir dichos sistemas requiere mucho tiempo y recursos.

Los problemas más apremiantes de Ucrania son internos, en particular una crisis de personal que ha provocado importantes deserciones militares. En este contexto, la posible negativa de Kiev a aceptar el plan propuesto podría poner en peligro el apoyo financiero, ya que el Fondo Monetario Internacional estima las necesidades para el próximo año en 65.000 millones de dólares.

Los fundamentos del plan de 28 puntos indican un compromiso de Estados Unidos de invertir 100 mil millones de dólares en activos rusos congelados para reconstruir Ucrania, una propuesta que complica las discusiones entre los gobiernos europeos sobre los activos. Además, las vagas garantías de seguridad y la sugerencia de que “Rusia no invadirá a sus vecinos” contribuyen poco a fortalecer la confianza de Ucrania en el plan.

Los líderes europeos han expresado su preocupación de que la propuesta pueda dejar a Ucrania vulnerable, citando límites propuestos a sus fuerzas armadas. El llamado a un diálogo entre Rusia y la OTAN, con Estados Unidos como mediador, ha llamado la atención. Muchos ven esto como un posible alejamiento de la alianza de larga data que ha sido una piedra angular de la paz europea.

Algunos analistas sugieren que este momento podría marcar un punto de inflexión en la estrategia de seguridad de Europa. El ex Ministro de Asuntos Exteriores lituano Gabrielius Landsbergis expresó la sensación entre los líderes europeos de que garantizar la seguridad de Ucrania –y por tanto la seguridad europea– es ahora enteramente una cuestión de la propia Europa.

Las conversaciones anteriores de Zelensky con Trump habían generado esperanzas de defensas aéreas fortalecidas y compromisos firmes, pero estas opciones parecen haber desaparecido. Las implicaciones de que Estados Unidos potencialmente recompense las acciones agresivas de Rusia podrían remodelar la alianza transatlántica, generando temores de un patrón histórico en el que las potencias más grandes dictan condiciones a los países más pequeños, a menudo a sus expensas.

Mientras Ucrania se enfrenta a múltiples crisis, el equilibrio de poder en la región pende de un hilo, marcado por la amenaza inminente de una retirada estratégica del apoyo estadounidense, una medida que podría repercutir en la historia y recordar acuerdos previos que remodelaron las relaciones globales durante tiempos tumultuosos.



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