El Pentágono ha anunciado el despliegue en el Caribe del USS Gerald Ford, el portaaviones más avanzado de Estados Unidos. Se trata de una escalada significativa de la campaña militar de la administración Trump contra los cárteles de la droga. La medida no sólo marca un aumento en la presencia de la Armada, sino que también prepara al ejército estadounidense para lanzar ataques contra objetivos terrestres cuando el USS Gerald Ford se acerque a la costa de Venezuela, completando su misión actual en el Mediterráneo.
El despliegue del grupo de ataque de portaaviones, que consta de docenas de aviones de combate furtivos F-35 junto con otros buques de guerra que los acompañan, marca una clara intención de llevar la campaña militar más allá de operaciones anteriores dirigidas a pequeñas embarcaciones que supuestamente transportaban drogas. El portavoz del Pentágono estadounidense, Sean Parnell, señaló que los activos marítimos ampliados mejorarían la capacidad de Estados Unidos para detectar, monitorear y desbaratar actividades ilegales que amenazan la seguridad y prosperidad del país y sus naciones occidentales. seguridad en el hemisferio.
En las últimas semanas, el gobierno ha expresado su deseo de intensificar sus esfuerzos tanto contra los cárteles de la droga como contra el gobierno del presidente venezolano Nicolás Maduro. Después de una serie inicial de ataques contra al menos nueve embarcaciones sospechosas de narcotráfico, el presidente Trump confirmó que la siguiente fase de la campaña militar se centraría en objetivos terrestres. Afirmó: “El país será el siguiente”, indicando que las drogas transportadas por rutas terrestres representan un riesgo mayor.
Durante una conferencia de prensa en la Casa Blanca, Trump ordenó al secretario de Defensa, Pete Hegseth, que informara al Congreso sobre los planes para los próximos ataques. Cuando se le preguntó sobre posibles declaraciones de guerra contra los cárteles, Trump propuso una estrategia de ataques dirigidos, enfatizando: “Creo que simplemente vamos a matar a las personas que traen drogas a nuestro país”, indicando que la intención es eliminar a los individuos involucrados en el tráfico de drogas.
La campaña militar del gobierno comenzó con un ataque inicial a un barco el 3 de septiembre, con detalles limitados después de cada operación posterior. Aunque se ha informado del número de víctimas y denuncias de tráfico de drogas, no se ha compartido con el público ninguna evidencia concreta que vincule a las víctimas con actividades de tráfico.
Al justificar las acciones militares, especialmente contra objetivos marítimos, la administración ha afirmado que los barcos asociados tienen vínculos con «organizaciones terroristas designadas» (OTD) y que Estados Unidos está ahora involucrado en un «conflicto armado no internacional». Sin embargo, la falta de pruebas tangibles que respalden estas afirmaciones ha generado preocupación entre legisladores y críticos.
Además, la campaña involucró a la Agencia Central de Inteligencia (CIA), y Trump reconoció recientemente que había autorizado operaciones encubiertas en Venezuela. Según se informa, la inteligencia proporcionada por la CIA desempeñó un papel importante a la hora de guiar los ataques aéreos del ejército contra objetivos sospechosos.
A medida que Estados Unidos intensifica su postura militar en el Caribe, las implicaciones para la seguridad regional y las relaciones internacionales, especialmente con Venezuela, aún están por verse. La estrategia de la administración marca un cambio crucial en la participación de Estados Unidos en el tráfico de drogas y las tensiones geopolíticas relacionadas, preparando el escenario para posibles confrontaciones a medida que evolucionen las operaciones.



