En un artículo innovador de 1904 presentado a la Royal Geographical Society, el geógrafo británico Sir Halford Mackinder declaró que el control sobre el corazón eurasiático, una región que llamó el «área rotativa», sería crucial para establecer una dinámica de poder mundial. Su tesis, basada en la idea de que la geografía es el destino político, sentó las bases para el pensamiento geopolítico moderno e influyó en las estrategias de las ambiciones imperiales británicas a la política de la Guerra Fría.
Avance rápido hasta hoy, el panorama global ha sufrido una transformación dramática. La gran competencia de poder ha evolucionado y cambia el enfoque de disputas puramente territoriales a una complicada red de supremacía tecnológica. Aunque la geografía conserva su importancia, el progreso tecnológico ahora son determinantes importantes en las relaciones internacionales, de qué forma en que las naciones proyectan el poder cambia considerablemente y protegen sus intereses.
Pensando en las ideas de Mackinder, los analistas contemporáneos sugieren que podría definir nuevamente la idea del «pivote» como una ubicación física, sino una rica rica por tecnologías emergentes. Los campos como la inteligencia artificial, la computación cuántica, la biotecnología y la seguridad cibernética ahora sirven como límites estratégicos para la influencia global.
La inteligencia artificial en particular ha comenzado a reformar el panorama de la guerra e inteligencia, con énfasis en la carrera armamentista tecnológica. El presidente ruso, Vladimir Putin, señaló particularmente que la nación que lidera en IA dominará el mundo. Del mismo modo, el progreso en la computación Kwantum puede causar una revolución en la codificación y el análisis de datos, lo que significa que las medidas de seguridad actuales son posibles.
Estados Unidos actualmente participa en la competencia estratégica, principalmente en China, que ha dado prioridad al dominio tecnológico por iniciativas como «Hecho en China 2025.» Este enfoque enfatiza las extensas inversiones en investigación, el control de la cadena de suministro y el fortalecimiento de las instituciones educativas, con el objetivo de elevar a China a la vanguardia del liderazgo global de ciencia y tecnología.
Los responsables políticos estadounidenses están cada vez más preocupados por mantener la competitividad de la nación. Históricamente, Estados Unidos logró el liderazgo tecnológico a través de un ecosistema sinérgico que consiste en I + D del gobierno, universidades líderes y un sector privado animado. Sin embargo, este ecosistema está bajo una presión considerable. Ha habido un estancamiento en el financiamiento de la investigación básica, exacerbada por las tensiones políticas que amenazan la cooperación científica a largo plazo.
Las inversiones chinas en educación de voz y la infraestructura crítica representan una amenaza tangible para los intereses estadounidenses. Si bien los dominios de China quieren dominar que estén relacionados con los viejos ferrocarriles geoestratégicos de Mackinder, como cables submarinos y redes satelitales, estas tecnologías sobre estas tecnologías se traducen en apalancamiento económico y beneficio militar.
Para adaptarse a este nuevo contexto geopolítico, los expertos proponen que Estados Unidos debe tomar medidas urgentes para renovar la teoría del mackinder para el siglo XXI. Esto incluye hacer nuevas preguntas: ¿Quién controla la cadena de suministro del semiconductor? ¿Quién lidera en investigación cuántica? ¿Quién determina los estándares mundiales en la ética de IA?
Las recomendaciones estratégicas incluyen:
-
Mayor inversiones en investigación científica: Un impulso importante en el financiamiento federal, en particular en el campo de la ciencia y la tecnología fundamental, es esencial para estimular la innovación.
-
Reduce la asociación de la Universidad Federal: Fortalecer la confianza entre Washington y el mundo académico es de vital importancia, además de las universidades que vuelven a confirmar las obligaciones con la exposición rigurosa y los servicios nacionales.
-
Asociación pública-privada: Enfatice las oportunidades del gobierno para acelerar el desarrollo de tecnologías emergentes. Se deben determinar marcos efectivos para la implementación rápida.
-
Cadenas de seguridad seguras: La reducción de la dependencia de los países que se consideran un oponente, especialmente para tecnologías y materiales cruciales, es absolutamente necesaria para la seguridad nacional.
-
Estándares globales líderes: Colaborar con aliados democráticos para establecer estándares en tecnologías emergentes, lo que refleja valores compartidos en lugar de perspectivas autoritarias.
- Promoción de la inmigración legal: Mantener y mejorar las rutas para el talento extranjero es crucial para mantener el plomo tecnológico, con un enfoque en atraer experiencia científica y técnica.
En última instancia, el futuro de la influencia estadounidense no puede depender de la recuperación de áreas físicas, sino de ganar una raza de ideas e innovación. El nuevo panorama estratégico no solo está enmarcado por la geografía, sino por una convergencia de conocimiento entre laboratorios, nuevas empresas e instituciones académicas. A medida que el mundo evoluciona, la esencia del poder puede permanecer cada vez más en los ricos de la tecnología avanzada en lugar del gobierno geográfico.
La pregunta crítica sigue siendo: ¿Estados Unidos se pondrá en pie para asumir estos desafíos o admitir su liderazgo tecnológico?