El Louvre entrega joyas preciosas al Banco de Francia tras un brutal robo


En un impactante incidente que ha puesto bajo escrutinio la seguridad del mundialmente famoso Museo del Louvre, un atrevido robo durante el día llevó al museo a transferir algunas de sus preciosas joyas al Banco de Francia para su custodia. En el atraco, que tuvo lugar el 18 de octubre, los ladrones se llevaron una asombrosa colección de artículos valorados aproximadamente en 102 millones de dólares, incluido un extraordinario collar de esmeraldas y diamantes que originalmente regaló Napoleón I a su esposa, la emperatriz María Luisa.

Los informes de la radio francesa RTL indican que la transferencia de tesoros seleccionados se llevó a cabo bajo escolta policial el 24 de octubre, cuando las preocupaciones sobre los problemas de seguridad del museo se hicieron cada vez más evidentes. El Banco de Francia, fortaleza para los tesoros financieros del país, situada a sólo 500 metros del Louvre, alberga reservas de oro en una bóveda subterránea segura, lo que la convierte en un refugio adecuado para los artefactos recientemente saqueados.

A pesar del carácter sonado del incidente, ni el Louvre ni el Banco de Francia han emitido un comunicado formal confirmando la transferencia de las joyas. Este silencio no ha hecho más que alimentar la especulación pública y la preocupación sobre la seguridad de bienes culturales tan importantes.

En declaraciones a los legisladores a principios de esta semana, el director del Louvre, Laurence des Cars, reconoció deficiencias importantes en las medidas de seguridad vigentes. «A pesar de nuestros esfuerzos, a pesar de nuestro arduo trabajo diario, hemos fracasado», dijo Des Cars, destacando las deficiencias en la vigilancia del museo. Las cámaras de seguridad, explicó, eran inadecuadas para monitorear por dónde entraron los ladrones, ya que solo una cámara miraba hacia el oeste y no logró capturar el balcón utilizado en el robo. Señaló que si bien los sistemas de alarma funcionaron durante el robo, las obsoletas cámaras perimetrales no proporcionaron una vigilancia adecuada del exterior del museo.

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En un enfático reconocimiento de la crisis, Des Cars anunció su intención de dimitir tras el robo, aunque el Ministerio de Cultura rechazó su oferta. Ella brindó cierta tranquilidad sobre la corona, anteriormente propiedad de la emperatriz Eugenia, e indicó que la restauración después de una evaluación inicial podría ser posible, ya que fue recuperada por las autoridades después de que los ladrones la dejaran caer.

A medida que salen a la luz más detalles sobre este atrevido robo, el Louvre enfrenta una presión cada vez mayor no sólo para recuperar los objetos robados, sino también para fortalecer las medidas de seguridad para salvaguardar su extensa colección para las generaciones futuras. El incidente ha provocado un diálogo más amplio sobre la protección del patrimonio cultural, en medio de crecientes preocupaciones sobre la seguridad de los museos en todo el mundo.



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