El presidente Donald Trump ha anunciado que el ejército estadounidense ha llevado a cabo un ataque mortal contra un presunto barco narcotraficante frente a las costas de Venezuela, que ha provocado la muerte de seis personas identificadas como contrabandistas. Trump hizo la declaración a través de Truth Social, explicando que la operación se llevó a cabo bajo su autoridad como comandante en jefe. Manifestó que el Secretario de Guerra había autorizado el ataque a un barco asociado a una Organización Terrorista Designada (DTO) e involucrado en el tráfico de drogas dentro del área del Comando Sur de Estados Unidos (USSOUTHCOM).
Según Trump, la inteligencia confirmó que el barco se dedicaba al tráfico de drogas y estaba conectado a redes narcoterroristas ilegales, que viajaban por una ruta conocida utilizada por las OTD. Destacó que el ataque se produjo en aguas internacionales y específicamente informó que ningún soldado estadounidense resultó herido durante la operación.
En comentarios posteriores a los periodistas en la Oficina Oval, Trump describió a Venezuela como una importante fuente de drogas y acusó al país de enviar «criminales» a Estados Unidos. Esta operación sigue a un memorando enviado a los legisladores por la Casa Blanca en el que se declara que Estados Unidos está ahora involucrado en un “conflicto armado no internacional” contra los narcotraficantes.
Esta última acción militar marca una continuación de una serie de ataques contra presuntos barcos narcotraficantes en el Caribe, y desde septiembre se han llevado a cabo cuatro operaciones similares. Complementando estos esfuerzos, el Departamento de Guerra dio a conocer recientemente una nueva Fuerza de Tarea Conjunta sobre Antinarcóticos destinada a “aplastar a los cárteles” y aumentar la seguridad estadounidense. El Secretario de Guerra, Pete Hegseth, reiteró más tarde la postura dura y se comprometió a poner fin a todos los esfuerzos de tráfico de drogas dirigidos a las costas estadounidenses.
A pesar del compromiso del gobierno con estas huelgas, se han planteado dudas legales sobre su legitimidad. Los senadores Adam Schiff y Tim Kaine expresaron su preocupación por la constitucionalidad de las acciones militares y enfatizaron que no se había otorgado ninguna autorización del Congreso para el uso de la fuerza en este contexto. Schiff criticó la afirmación de autoridad de la administración basada en una lista de organizaciones terroristas, argumentando que no reemplaza el poder constitucional otorgado al Congreso para declarar la guerra.
Al final, la resolución propuesta por Schiff y Kaine para limitar la participación militar fue rechazada en el Senado por un margen de 51 a 48. En particular, los senadores republicanos Rand Paul y Lisa Murkowski rompieron las líneas partidistas para apoyar la medida.
A la luz de la creciente presencia militar estadounidense, Trump indicó que es probable que se produzcan más ataques, habiendo comunicado previamente a los líderes militares su intención de enfrentarse a los narcotraficantes con fuerza extrema. Los describió como un «enemigo siniestro» y enfatizó la necesidad de una acción militar asertiva para proteger a los ciudadanos estadounidenses.
En respuesta al segundo ataque militar, el presidente venezolano Nicolás Maduro condenó las acciones como parte de una estrategia más amplia para intimidar a Venezuela e impulsar un cambio de régimen. El gobierno de Maduro solicitó una sesión de emergencia del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, alegando que las acciones de Estados Unidos son una continuación de sus esfuerzos históricos por controlar los recursos de Venezuela.
En medio de estas tensiones, la administración Biden ha enfrentado críticas sobre su política exterior y estrategia militar con respecto a Venezuela, y muchos críticos han pedido una reevaluación del enfoque. La Casa Blanca y el Pentágono aún no han respondido a las preguntas sobre las operaciones en curso y sus implicaciones.