El desafío de la administración Trump a la ciencia establecida está generando preocupación entre los expertos en salud.


En una medida que ha llamado la atención entre los expertos en salud, la administración del presidente Donald Trump y el secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., quieren adherirse al “estándar de oro” de la ciencia. Sin embargo, los críticos argumentan que las acciones y declaraciones recientes de altos funcionarios a menudo contradicen esta promesa. Numerosos científicos han expresado su preocupación de que el gobierno se base en estudios preliminares, ciencia no convencional y meras conjeturas en lugar de evidencia sólida para informar las decisiones políticas.

Los acontecimientos recientes incluyen que los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) cambiaron el contenido de su sitio web para desafiar el consenso científico establecido de que las vacunas no causan autismo. Este cambio sin precedentes ha alarmado a los expertos en salud pública, y el Dr. Daniel Jernigan, exfuncionario de los CDC, afirma que el gobierno está dando prioridad a la evidencia basada en decisiones sobre el razonamiento científico sólido.

Además, el presidente Trump ha sido criticado por difundir consejos médicos sin pruebas sustanciales. Sus comentarios dirigidos a mujeres embarazadas y padres sugirieron que evitaran el paracetamol, un medicamento común de venta libre, citando un vínculo sin fundamento entre las vacunas y el autismo. Trump afirmó: «Siempre he tenido sentimientos muy fuertes sobre el autismo, cómo ocurrió y de dónde vino», demostrando que se basaba más en creencias personales que en la validación científica.

En una reunión reciente de dos días, Kennedy y sus asesores de los CDC plantearon preguntas sobre la seguridad de vacunar a los bebés contra la hepatitis B, una vacuna que ha demostrado ampliamente que reduce significativamente la prevalencia de la enfermedad. La Dra. Flor Muñoz, experta en enfermedades infecciosas infantiles, criticó la base de estas preocupaciones, indicando que se derivaban de evidencia anecdótica más que de precisión científica.

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A pesar de que Estados Unidos tiene uno de los sistemas más estrictos para aprobar vacunas y medicamentos (incluidos ensayos clínicos aleatorios y estudios revisados ​​por pares), el enfoque de esta administración parece desviarse de las normas establecidas. Los expertos enfatizan que la evaluación científica rigurosa generalmente implica ensayos controlados aleatorios, que sirven para eliminar sesgos y proporcionar evidencia confiable. Sin embargo, consideraciones éticas a veces impiden tales estudios, especialmente cuando se trata de vacunas establecidas, que ya se consideran seguras y eficaces para la población.

La investigación práctica muestra que las vacunas son extremadamente eficaces para prevenir enfermedades. Por ejemplo, si bien el sarampión ha sido erradicado en Estados Unidos, sigue siendo un problema en las comunidades no vacunadas. El Dr. Jake Scott, médico especialista en enfermedades infecciosas, enfatizó que la falta de evidencia que vincule las vacunas con enfermedades crónicas está respaldada por sistemas de seguridad diseñados para detectar efectos secundarios poco comunes.

La verdadera transparencia en la ciencia significa más que publicar investigaciones; incluye una divulgación clara de las fuentes de financiación, posibles conflictos de intereses y el cumplimiento de estrictos procesos de revisión por pares. Esta transparencia permite la investigación y validación de hallazgos científicos, un aspecto importante enfatizado por expertos como el Dr. Steven Woloshin, quien constantemente ha cuestionado las conclusiones de las políticas de salud a través de la lente de investigaciones abiertamente compartidas.

A pesar de la naturaleza convincente de las anécdotas y los estudios individuales, los científicos recomiendan cautela. Las decisiones que impactan la salud pública no deben basarse en casos aislados, sino en un contexto más amplio de investigaciones bien fundamentadas. Las incertidumbres son inherentes a la investigación científica y las conclusiones deben extraerse considerando cuidadosamente la evidencia existente.

A medida que el público recurre a las afirmaciones sobre las vacunas y la salud, los expertos recomiendan cuestionar críticamente la investigación, incluida la experiencia de los investigadores, la financiación de los estudios, la reputación de las revistas y la claridad de las limitaciones de la investigación. Una buena investigación puede ayudar a distinguir los estudios científicos sólidos de los estudios que carecen de la atención necesaria.

Este reciente giro de los acontecimientos subraya la necesidad urgente de volver a prácticas basadas en evidencia en las políticas de salud pública, donde las decisiones se basen en investigaciones científicas rigurosas en lugar de creencias ideológicas o afirmaciones anecdóticas.



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