Las imágenes verificadas por Sky News muestran un convoy de camiones llenos de suministros, incluidas botellas de agua, bidones y combustible, transportando mercancías desde aproximadamente 1,4 kilómetros dentro del territorio controlado por Israel, cerca del cruce fronterizo de Erez, hasta un cuartel general de la milicia liderado por Ashraf Al-Mansi. Este grupo, que se autodenomina «Ejército del Pueblo», está situado a unos 400 metros de un puesto avanzado de las FDI. La zona ha quedado gravemente destruida, la mayoría de las estructuras han sido arrasadas y quedan muy pocos residentes. Llama la atención que desde febrero no haya pasado ninguna ayuda por esta frontera.
Sky News no pudo confirmar el contenido exacto de los camiones, pero los informes indicaron la presencia de suministros esenciales como alimentos y agua, además de una cantidad significativa de combustible de la marca SOS Energy, un proveedor israelí.
El Ejército Popular es una de las cuatro milicias notables que operan en Gaza, que permanece firmemente dentro del territorio controlado por Israel. Las otras milicias incluyen el clan Doghmosh, la Fuerza de Ataque Antiterrorista (CSF) y las Fuerzas Populares, encabezadas por los conocidos líderes Rami Halas, Hossam Al Astal y Yasser Abu Shabab. Este escenario pone de relieve una importante fragmentación dentro de Gaza, lo que indica cierto grado de patrocinio israelí de estas diversas facciones. Considerada históricamente como una entidad única bajo el control de Hamás, Gaza parece estar evolucionando hacia un paisaje caracterizado por centros de poder en competencia.
La semana pasada, una investigación en profundidad realizada por Sky News reveló un flujo de armas, vehículos y activos dirigidos a la facción más dominante, las Fuerzas Armadas Populares de Yasser Abu Shabab. Las complicaciones en este panorama ya tumultuoso aumentaron cuando Hamás tomó medidas enérgicas contra el clan Doghmosh, una familia conocida por su oposición a Hamás. Este enfrentamiento estuvo marcado por una lucha prolongada, en la que Hamás buscaba represalias contra el clan en su conjunto.
«Estos grupos rebeldes a veces nos aterrorizaron más que al enemigo, violando los valores sagrados y la propiedad de la gente, robándoles dinero en efectivo, teléfonos y relojes e incluso disparando contra la gente», dijo Hosni Al Mughanni, presidente del Consejo Supremo de Asuntos Tribales de Gaza. Pidió un castigo severo para Yasser Abu Shabab y afirmó que Hamás está comprometido a restaurar la seguridad, que según él es fundamental para la vida en la región.
Esta situación en evolución se parece cada vez más al escenario clásico de los señores de la guerra, caracterizado por múltiples facciones en competencia, lo que lleva a hostilidades continuas entre Hamás y las milicias rivales. Los informes de las FDI confirman que Hamás ha confiscado una cantidad significativa de recursos de estas milicias, incluidas 45 camionetas, dinero en efectivo y un arsenal de armas. Para el pueblo de Gaza, esta escalada de violencia y saqueo es una señal de mayor inestabilidad y terror. Para aumentar la complejidad de la gobernanza de posguerra, Israel puede presentar la región como un entorno inestable.