En un desarrollo histórico, un candidato judío, Henry Hamra, lucha por un escaño en las próximas elecciones parlamentarias de Siria, que marca la primera vez desde 1947 que una persona judía ha buscado en el país. Las elecciones, que tienen lugar el domingo, son particularmente importantes porque representan las primeras encuestas para el poder legislativo de Siria después de expulsar el régimen del antiguo líder Bashar al-Assad en diciembre del año anterior.
Hamra, un judío estadounidense-sirio, es el hijo del rabino Yusuf Hamra, quien se dice que es el último rabino que dejó Siria en medio de la Guerra Civil que estalló hace más de diez años. Esta elección también detiene el peso histórico, porque, si se elige, Hamra sería el primer representante judío en el Parlamento sirio en más de 75 años.
La reunión legislativa consta de 210 escaños, con dos tercios de los candidatos seleccionados por comités locales y el restante un tercero designado directamente por el presidente Ahmed Al-Sharaa. La candidatura de Hamra es vista como un posible avance para la pequeña comunidad judía restante en Siria, que ha disminuido drásticamente en las últimas décadas.
Al regresar a Siria desde los Estados Unidos, Hamra participó en una oración grupal en la sinagoga Faranj en la Ciudad Vieja de Damasco, un evento que marcó un momento importante para la adoración judía después de más de 30 años de prácticas limitadas. Ha articulado una visión a través de su campaña electoral, que incluye promesas para facilitar el regreso de los judíos sirios y proteger el rico patrimonio y la cultura del país. Su piso de campaña, compartido en la plataforma de redes sociales X, recopila este ethos con el mensaje: «En el camino a un próspero, tolerante y solo Siria».
Históricamente, la comunidad judía en Siria había contado alrededor de 5,000 y se le permitió practicar su fe bajo Hafez al-Assad, el padre de Bashar al-Assad. Aunque las circunstancias fueron relativamente estables durante un tiempo, las restricciones comenzaron a endurecerse, por lo que la libertad de movimiento de la comunidad fue limitada y la emigración se sofocó efectivamente hasta 1992. Como resultado, la comunidad disminuyó gradualmente, por lo que solo un puñado de residentes judíos en el país se quedaron atrás.
En una señal esperanzadora para el futuro de los judíos sirios, el nuevo presidente, Ahmed Al-Sharaa, se ha comprometido a proteger públicamente a la comunidad y su propiedad. Su reciente participación con los judíos sirios durante la Asamblea General de las Naciones Unidas sugiere un enfoque renovado en la inclusión y el diálogo en el país y ofrece una visión del optimismo para la candidatura de Hamra y para el futuro de la población judía en Siria.