Gásadalur, junto con Saksun, es uno de los lugares más fotografiados y visitados de las impresionantes Islas Feroe. En los últimos años, el turismo en este remoto archipiélago ha crecido enormemente, generando más de mil millones de coronas danesas al año. Si bien la afluencia de visitantes proporciona beneficios económicos, plantea grandes preocupaciones sobre la preservación de los paisajes naturales prístinos e intactos de las islas que originalmente atraían a los turistas.
Promocionado como “el secreto mejor guardado de Europa” por Visit Faroe Islands, la junta oficial de turismo, el impresionante y accidentado paisaje del archipiélago ha atraído la atención internacional. A pesar de su creciente popularidad, este destino que alguna vez fue menos conocido ahora está lidiando con las consecuencias de su éxito, que se explora en profundidad en un nuevo doctorado. disertación de Hanna Birkelund Nilsson de la Universidad de Copenhague.
La investigación de Nilsson destaca las contradicciones inherentes a la floreciente industria turística. A medida que los esfuerzos de creación de marca atraen a más visitantes, disminuye la capacidad de brindar la experiencia auténtica que buscan los turistas, lo que ejerce presión sobre entornos que ya son frágiles. Esta tensión es un tema de debate continuo dentro de la región.
En su análisis, Nilsson examinó las estrategias lingüísticas utilizadas por los residentes de las Islas Feroe para gestionar el flujo de turistas, especialmente en el pequeño asentamiento de Saksun, donde sólo viven trece personas. Con sus paisajes pintorescos que a menudo se muestran en plataformas de redes sociales como Instagram, Saksun se ha enfrentado a importantes desafíos en el turismo. En 2023, los residentes informaron de problemas con los turistas que pisoteaban los pastizales esenciales para las ovejas locales. En respuesta, los lugareños colocaron carteles estrictos en inglés para regular el comportamiento, a veces desalentando por completo a los turistas y al mismo tiempo dirigiéndolos a las ofertas comerciales en el pueblo.
Esta dinámica revela una peculiar paradoja: el turismo es a la vez bienvenido por su potencial económico y resentido por su impacto negativo. Estos dilemas no son exclusivos de las Islas Feroe; reflejan cuestiones más amplias dentro de la industria turística mundial, donde los beneficios económicos a menudo chocan con las tensiones ambientales y sociales.
Además, el trabajo de campo de Nilsson en 2023 reveló perspectivas contradictorias sobre el turismo, incluso entre los empresarios locales. Un guía turístico, muy centrado en la sostenibilidad, expresó su frustración por la falta de conocimiento de los turistas sobre las costumbres feroesas y los reprendió por desviarse de los senderos marcados. Esta situación ilustra una dualidad compleja: si bien los guías locales se ganan la vida con el turismo, también luchan contra sus efectos nocivos sobre el medio ambiente y sus comunidades.
Esta paradoja se extiende al discurso más amplio en torno a las Islas Feroe. Las islas, con sólo 55.000 habitantes, reciben cada año aproximadamente 130.000 turistas. Reconociendo la necesidad de un turismo sostenible, el parlamento de las Islas Feroe introdujo una ley en 2024 destinada a dar a las comunidades locales más voz en las decisiones de desarrollo. En el último esfuerzo, Visit Faroe Islands ha lanzado una campaña para fomentar el alquiler de vehículos con navegación autónoma, con la esperanza de distribuir más equitativamente el tráfico turístico y aliviar la presión sobre los sitios populares.
La eficacia de estas iniciativas para abordar los desafíos que plantea el creciente número de visitantes sigue siendo incierta. El dilema presenta un delicado acto de equilibrio: promover el crecimiento económico y al mismo tiempo preservar el patrimonio natural que hace de las Islas Feroe un destino único.



