El aumento de la violencia yihadista en la región africana del Sahel hace saltar las alarmas


La actividad yihadista en la región africana del Sahel ha alcanzado niveles preocupantes, y los territorios operativos de estos grupos se han expandido significativamente hasta cubrir ahora más de un millón de kilómetros cuadrados, un área aproximadamente dos veces el tamaño de España. Análisis recientes indican que esta ola de violencia se ha saldado con aproximadamente 77.000 muertes desde 2019, causadas principalmente por facciones vinculadas a Al Qaeda, como el Grupo de Apoyo al Islam y a los Musulmanes (JNIM) y el Estado Islámico (EI).

Esta alarmante tendencia es particularmente evidente en Malí y Burkina Faso, donde la frecuencia de los ataques ha aumentado dramáticamente. En 2019 se registraron unos 1.900 ataques, principalmente en las zonas fronterizas entre ambos países. Sin embargo, esta cifra aumentó a más de 5.500 en 2024, con la asombrosa cifra de 3.800 ataques documentados entre principios de 2025 y el 10 de octubre. Se han reportado casi 28.715 ataques en los últimos seis años.

La crisis del Sahel se complica aún más por la violencia cerca del lago Chad, donde también están activos grupos como Boko Haram y el Estado Islámico de África Occidental (ISWAP). Las Naciones Unidas estiman que los grupos yihadistas en la región tienen entre 7.000 y 9.000 miembros, mientras que se estima que ISWAP tiene entre 8.000 y 12.000 combatientes. Estos grupos explotan las tensiones sociales y étnicas existentes para reclutar entre algunas de las poblaciones más pobres del mundo, utilizando diversos métodos de financiación como el secuestro para pedir rescate, el robo de ganado y la imposición de «impuestos islámicos».

Las estrategias de reclutamiento varían; algunas personas se sienten atraídas por incentivos financieros para operaciones individuales, mientras que otras están motivadas por creencias ideológicas. Desde 2019 se han registrado casi 76.900 muertes como resultado de la violencia yihadista, incluidas importantes víctimas civiles; Se han atribuido aproximadamente 16.000 muertes a ataques directos contra no combatientes. En particular, en este contexto, Nigeria ha reportado más de 20.000 muertes, pero Mali y Burkina Faso han sufrido la mayoría de las muertes, representando más del 56% de las víctimas regionales.

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Tanto Mali como Burkina Faso se encuentran actualmente bajo el dominio de la junta militar, tras rechazar la presencia de tropas occidentales, incluidas las francesas. Sus estrategias de seguridad, que dan prioridad a las respuestas militares, han demostrado una eficacia limitada y pueden facilitar inadvertidamente la expansión de la influencia yihadista, en gran medida debido a deficiencias a la hora de abordar los factores socioeconómicos que impulsan la inseguridad.

Datos recientes muestran que JNIM está trabajando activamente para aislar las capitales de Burkina Faso y Mali aumentando los ataques a las rutas de transporte circundantes. Sus actividades están penetrando en Uagadugú, la capital de Burkina Faso, y amenazando conexiones vitales con países vecinos como Costa de Marfil, Togo y Malí. En Malí, la capital, Bamako, que antes estaba muy alejada de las zonas de conflicto, ha experimentado un aumento espectacular de los ataques a lo largo de su red de carreteras, con 130 incidentes solo en 2025, diez veces más que en todo el año 2021.

Este aumento de la actividad yihadista plantea grandes preocupaciones sobre la estabilidad de las cadenas de suministro y la accesibilidad, especialmente en corredores económicos cruciales como la región de Kayes en Malí, que limita con Senegal, Mauritania y Guinea. Por ejemplo, un reciente ataque coordinado por parte del JNIM el 1 de julio tuvo como objetivo siete ciudades en el oeste de Malí, teniendo como objetivo carreteras clave esenciales para el movimiento de mercancías a Bamako. La Oficina Nacional de Productos Petrolíferos ha informado que las reservas de combustible de Malí están críticamente bajas debido a las interrupciones del suministro relacionadas con estos ataques en aumento.

Los expertos instan a los países vecinos, incluidos Senegal y Mauritania, a reconocer la creciente amenaza que los grupos yihadistas representan para la estabilidad y la seguridad regionales y enfatizar la necesidad urgente de un enfoque integral para abordar los desafíos multifacéticos que enfrenta el Sahel.



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