Se descubre que los prisioneros tienen una notable gama de al menos 30 movimientos de baile diferentes, incluidos estilos populares como golpes en la cabeza y rollos corporales, según un estudio reciente de investigadores de la Universidad Charles Sturt en Australia. Los hallazgos, publicados en la revista Plos One, revelan que 17 de estos movimientos están recientemente identificados, lo que amplió considerablemente nuestra comprensión del comportamiento de las aves.
Históricamente, se ha observado que diferentes especies de loros exhiben un comportamiento de baile en cautiverio, a menudo en respuesta a la música. Se cree que este fenómeno es el resultado de procesos cognitivos complejos, incluida la imitación y la sincronización rítmica. Aunque el baile espontáneo generalmente se nota en personas y loros, recientemente se tienen en cuenta el comportamiento comparable debido a sus implicaciones para el pozo de las aves y los matices de sus interacciones sociales.
Para investigar esto, el equipo de investigación analizó 45 videos que se compartieron en plataformas de redes sociales que bailan diferentes kakas. Identificaron un amplio espectro de movimientos de baile y señalaron que ciertas aves mostraron combinaciones únicas de movimientos, lo que demostró creatividad individual. Es interesante que, aunque estaban estrechamente relacionados, diferentes tipos de cacatúas mostraron diferentes estilos, y cada especie presentaba su propio conjunto de los diez movimientos de baile más comunes.
Para explorar más a fondo este comportamiento, los investigadores estudiaron seis cacatúas de tres especies alojadas en el zoológico de Wagga Wagga en Australia. Tocaron música, un podcast o ningún audio y notaron que todas las aves que tratan con el baile, independientemente del estímulo auditivo, lo que indica que su motivación para bailar puede ir más allá de la música.
Los hallazgos del estudio sugieren que el comportamiento de baile está presente en 10 de las 21 especies de cacatúas, que revela una complejidad que está en línea con la relación que se ve en sus contrapartes salvajes. Los investigadores especulan que el origen de estos movimientos de baile podría estar vinculado a los rituales de casa parsonante, que han sido posibles con el tiempo a las interacciones con los propietarios humanos.
Los autores solicitan más investigaciones para verificar si a estas aves les encanta bailar y si facilitar ese comportamiento puede mejorar su calidad de vida en cautiverio. Natasha Lubke enfatizó que su análisis no solo identificaba expresiones emocionales positivas en los cacatúas, sino que también enfatizó que bailar como un modelo valioso para estudiar parrotemociones. Además, ella argumenta que tocar música para loros podría servir como una estrategia de enriquecimiento efectiva para fortalecer su bien.
El profesor Freire notó los paralelos fascinantes entre el baile del hombre y el loro, lo que sugiere un nivel en profundidad de procesamiento cognitivo y emocional en estas aves. El estudio abre la puerta para futuras investigaciones sobre las influencias de la música en el comportamiento de las aves, lo que sugiere que tales estímulos pueden desempeñar un papel crucial en el enriquecimiento del medio ambiente para las aves atrapadas.
La investigación marca un importante paso adelante en nuestra comprensión de las cacatúas y sus posibilidades expresivas, y enfatiza la necesidad de una exploración continua de sus patrones de comportamiento y su bien emotivo.