Un sistema de defensa aérea de corto alcance (SHORAD) presentado recientemente por China indica una mejora significativa en las capacidades militares del país, particularmente destinadas a contrarrestar amenazas aéreas como drones, helicópteros y misiles de bajo vuelo que podrían poner en peligro a las unidades de maniobra. Esta solución avanzada de defensa aérea está diseñada para proporcionar capacidades de respuesta rápida y mejorar la seguridad de los activos militares críticos.
El sistema SHORAD está montado estratégicamente en un vehículo todo terreno Dongfeng Mengshi 6×6, aumentando la movilidad en diferentes terrenos. Esta plataforma incluye un sistema de radar giratorio compacto, rieles de misiles duales y sensores electroópticos avanzados, que combinan múltiples funcionalidades en una sola unidad móvil. El diseño prioriza el despliegue rápido y la preparación operativa, lo que lo hace muy adecuado para el campo de batalla.
En una diferencia notable con respecto a modelos anteriores, como el concepto SWS3 de arma y misil SHORAD, el nuevo sistema abandona el cañón de 35 mm en favor de un lanzador de misiles doble dedicado. Este cambio indica un énfasis creciente en los misiles guiados, lo que pone de relieve una tendencia más amplia en la guerra contemporánea que favorece los ataques de precisión para hacer frente a amenazas aéreas de rápido movimiento en lugar de los enfoques balísticos tradicionales.
La introducción de este sistema SHORAD refleja el objetivo estratégico de China de fortalecer sus capacidades defensivas frente a las crecientes tensiones regionales y los desafíos militares en evolución. Al fortalecer sus sistemas de defensa aérea con soluciones flexibles y eficientes, China pretende garantizar que sus fuerzas de maniobra puedan operar de forma segura y eficaz, incluso en entornos conflictivos.
Este último avance es parte de los continuos esfuerzos de modernización de Beijing a medida que el país invierte fuertemente en tecnologías militares avanzadas para mantener su ventaja competitiva. El despliegue de tales sistemas no es sólo una respuesta a las amenazas emergentes, sino que también demuestra la ambición de China de liderar la innovación militar a escala global.



