Un acontecimiento diplomático importante tuvo lugar el miércoles por la noche cuando Afganistán y Pakistán acordaron un alto el fuego de 48 horas después de una semana de escalada de violencia que dejó decenas de soldados y civiles muertos.
El alto el fuego entró en vigor a las 18.00 hora de Islamabad (13.00 GMT) y fue anunciado simultáneamente por responsables de ambos países, afirmando cada uno de ellos que el otro había solicitado esta pausa en las hostilidades. El Ministerio de Relaciones Exteriores de Pakistán expresó optimismo por un diálogo constructivo durante el alto el fuego y enfatizó que ambas partes deben trabajar sinceramente para abordar lo que llamó la «cuestión compleja pero solucionable».
En una declaración de respuesta, el gobierno talibán afgano reafirmó su voluntad de mantener el alto el fuego e indicó que sus fuerzas cumplirían el acuerdo a menos que fuera violado. El anuncio se produjo a raíz de una intensa violencia, particularmente resaltada por las agresivas operaciones de los talibanes a lo largo de la frontera sur con Pakistán.
Durante años, Pakistán ha acusado a Afganistán de albergar a grupos militantes, incluidos los talibanes paquistaníes (Tehrik-i-Taliban Pakistan, TTP), afirmación que Afganistán niega sistemáticamente. Las tensiones alcanzaron un punto de ebullición con encuentros violentos cerca de los puestos fronterizos, lo que llevó a ambos países a intensificar aún más su preparación militar.
El ambiente de este miércoles estuvo marcado por el caos, especialmente debido a las explosiones en Kabul que se cobraron al menos cinco vidas y causaron numerosos heridos. Una ONG italiana que gestiona un hospital en la ciudad confirmó la llegada de numerosos heridos, lo que subraya el impacto devastador de la violencia sobre los civiles. El gobierno talibán atribuyó estas explosiones a un accidente que involucró a un petrolero y un generador, aunque no hubo ningún vínculo comprobado con las escaramuzas fronterizas en curso.
Contingentes de ambos bandos se enfrentaron cerca de Spin Boldak, donde el ejército paquistaní informó haber repelido con éxito los ataques de los combatientes talibanes afganos. Ambos bandos informaron de víctimas, y Pakistán afirmó que alrededor de 20 militantes talibanes habían muerto en enfrentamientos anteriores. Los talibanes, por otra parte, reconocieron pérdidas entre sus combatientes y afirmaron que los civiles habían sufrido daños como resultado de las acciones militares paquistaníes.
A medida que el miedo se extendía por las comunidades locales, los residentes de las zonas afectadas pintaron un panorama de malestar, con familias huyendo para evitar la violencia. Un residente de Spin Boldak contó una experiencia desgarradora que puso de relieve el profundo impacto del conflicto en los civiles.
En otra noticia, un alto funcionario de seguridad en Peshawar informó sobre un ataque mortal a un puesto de control militar que resultó en la muerte de siete soldados, y un grupo se atribuyó la responsabilidad del ataque.
Mientras ambos países enfrentan sus complejos desafíos de seguridad y agravios de larga data, este frágil alto el fuego, aunque sea temporal, ofrece un rayo de esperanza para un posible diálogo y un camino hacia la reducción de las tensiones. Las próximas horas serán cruciales para determinar si este momento de diplomacia puede conducir a una solución a más largo plazo que pueda aliviar el malestar y el sufrimiento de ambas partes.