Un estudio innovador publicado en Astronomía de la naturaleza ha proporcionado evidencia convincente de que los cometas de la Tierra fueron posibles por los cometas en nuestro planeta, en particular dirigido al Cometa 12p/Pons-Brooks del tipo Halley, también conocido como el «Cometa del Diablo». Este enorme cuerpo helado, aproximadamente del tamaño del Monte Everest, gira el sol cada 71 años y recientemente regresó en la primavera de 2025, y redujo la atención por sus dramáticas actuaciones en el aire, incluida la visibilidad durante el eclipse solar total en abril.
Comet 12p/Pons-Brooks es un antiguo remanente del sistema solar temprano, con origen especulado en la nube Oort de la cinta Kuiper. Se cree que estos cometas sirven como cápsulas de tiempo, que contienen materiales primordiales que datan de la formación del sistema solar. Las notables erupciones de gas cachonda han contribuido a su apodo, que refleja tanto las sorprendentes características visuales como el significado científico.
El equipo de investigación utilizó herramientas de observación avanzadas, incluida la matriz de milímetro/submilímetro de Atacama (ALMA) en la instalación de telescopio infrarrojo de Chile y la NASA (IRTF) en Hawai, para analizar el vapor de agua alrededor del cometa. El centro de sus hallazgos fue la medición de la relación deuterio-hidrógeno (relación D/H), un indicador importante del origen del agua. Es notable que la relación D/H que se detectó en el cometa 12p estuvo estrechamente en línea con las de los océanos de la Tierra, lo que marcó una primera histórica para cada cometa del tipo Halley y una de las fijaciones más fuertes de agua cometaria que está en línea con el agua terrestre.
Por primera vez, los científicos mapearon con éxito tanto el agua regular (HDO) como el agua pesada (HDO) en el cometa, lo que les permitió distinguir el agua del interior del cometa, del cual producido por procesos superficiales o reacciones químicas. El astrofísico de la NASA, Martin Cordiner, quien dirigió el estudio, enfatizó que este nivel de precisión confirma el origen profundamente arraigado del agua, lo que mejora el argumento de que los cometas primordiales pueden haber entregado agua real y sin cambios en la tierra.
Esta investigación se centra en un misterio planetario de larga data: el origen del agua de la tierra. Inicialmente se supone que la Tierra se ha formado como un planeta seco, con altas temperaturas tempranas que evitan el agua. La teoría predominante ha sugerido durante mucho tiempo que los cuerpos helados, como los cometas o los asteroides, entregaron agua en la Tierra en sus años de formación. Sin embargo, los datos anteriores no pudieron encontrar suficiente coincidencia isotópica más densa hasta este estudio en Comet 12p/Pons-Brooks. Como dijo Cordiner: «Esta es la evidencia más fuerte hasta ahora», en apoyo de la idea de que los cometas jugaron un papel crucial en hacer que la Tierra sea habitable, de modo que no solo se introduzca agua, sino también compuestos orgánicos esenciales que se necesitan para el surgimiento de la vida.
Las implicaciones de este descubrimiento se extienden más allá del estudio de un solo cometa y posiciona a los cometas del tipo Halley como contribuyentes importantes para dar forma al entorno de la tierra. Esta revelación abre nuevas formas en la investigación de formación planetaria, lo que sugiere que centrarse en clases de cometas específicas con relaciones D/H coincidentes podría dar respuestas a preguntas fundamentales sobre el origen de la Tierra. Dichas ideas pueden alimentar el interés en futuras misiones de investigación de cometas, como el Interceptor Comet de la ESA y el Proyecto César propuesto de la NASA, cuyo objetivo es recopilar y analizar muestras de cometas, para que los misterios de la historia de nuestro planeta se desentierten aún más.