En un progreso importante en el campo de la geociencia, un equipo de investigación, dirigido por destacados científicos, ha hecho un descubrimiento que arroja una nueva luz sobre la formación del Océano Atlántico. Con la ayuda de perfiles sísmicos y muestras de núcleo de aguas profundas, los investigadores han devuelto el origen de la puerta de entrada del Atlántico ecuatorial a hace 117 millones de años. Este hallazgo marca una desviación sustancial de modelos geológicos anteriores, que había colocado el establecimiento del Océano Atlántico entre 113 y 83 millones de años.
El estudio, publicado recientemente en la revista Cambio global y planetarioha despertado el renovado interés en los eventos tectónicos que tuvieron lugar bajo la superficie de la tierra mucho antes de la llegada de la vida humana. Mientras los investigadores profundizan en la complejidad de la formación del océano, revelan la complicada interacción de las fuerzas geológicas en el trabajo.
La investigación comenzó con un análisis en profundidad de datos sísmicos y núcleos de perforación de mar profundamente ubicados a más de 3000 pies debajo del fondo del océano, a unas 250 millas de la costa de Guinea-Bissau. Los científicos descubrieron ondas de barro masivas, algunos alcanzaron longitudes de hasta un kilómetro y alturas de unos pocos cientos de metros. Estas estructuras colosales son pruebas de los movimientos geofísicos violentos que formaron la corteza de la tierra mientras las placas tectónicas comenzaron a cambiar.
El Dr. Uisdean Nicholson, un miembro importante del equipo de investigación, comparó el enorme tamaño de estas ondas de lodo con las imponentes dunas en el desierto de Namib. Explicó que la densidad del agua salada jugó un papel crucial en la formación de estas olas, mientras que el denso, con agua cargada de sal, creó poderosas corrientes que reformaron el fondo marino. Esta revelación no solo desafía las nociones previas a la formación del océano, sino que también ofrece información valiosa sobre la historia geológica temprana de nuestro planeta.
Las olas de lodo, descubiertas en la costa de África bajo el Atlántico, no solo son anomalías geológicas; Representan un período importante en la historia de la tierra. Las formaciones sedimentarias son un claro indicador de que el desarrollo del Océano Atlántico era un proceso gradual en lugar de un solo evento, caracterizado por el movimiento continuo de agua de diferente contenido de sal.
Según la Dra. Débora Duarte, otro miembro prominente del equipo de investigación, son el sedimento de una consecuencia directa de mezclar agua salada de las regiones norte y sur después de la separación final de África de América del Sur. Ella enfatizó: «Las ondas de sedimento muestran que la apertura comenzó antes, hace unos 117 millones de años», y enfatizó que esta poderosa salida de agua jugó un papel importante en la reforma no solo del fondo marino, sino también en la línea de tiempo geológica en sí.
Los hallazgos del equipo ilustran el papel crucial que se juega con el agua cargada de sal en la formación del Océano Atlántico. Antes del aumento total del océano, las condiciones tropicales causaron evaporación en las cuencas en el sur, lo que condujo a la acumulación de agua salada altamente concentrada. Cuando la barrera tectónica finalmente se derrumbó, la salmuera densa resultante a lo largo del fondo marino corrió como una cascada submarina, donde se observaron las olas masivas en el estudio.
Si bien estos investigadores siguieron cuidadosamente la dinámica de estos densos flujos de agua, descubrieron cómo la salmuera se extendió sobre el fondo del mar. Las aguas del paso por paso sirvieron para etiquetar este tiempo de evento geológico crucial y enfatizar los procesos notables que nuestro planeta ha formado constantemente durante millones de años.
Las implicaciones de este estudio se extienden mucho más allá de la comprensión puramente de las formaciones oceánicas. La evolución del Océano Atlántico ha jugado un papel importante en la configuración de los sistemas climáticos y contribuyendo al ecosistema global. La investigación en curso no solo subraya la importancia de comprender el pasado de la tierra, sino también los procesos naturales que continuarán existiendo para influir en el futuro.