La difenhidramina resultó estar más influyente que el alcohol, por lo que se abastecen los problemas de seguridad


Una revisión reciente publicada en la revista World Allergy Organy Organy ha aumentado las alarmas sobre la seguridad y la efectividad de la difenhidramina, un antihistamínico de la primera generación que está disponible gratuitamente. El estudio, dirigido por James H. Clark y su equipo en la Universidad Johns Hopkins, descubrió que la difenhidramina dificulta el rendimiento de conducción más considerablemente que el alcohol, lo que requiere preocupación por la disponibilidad continua en el mercado.

La difenhidramina, introducida en 1946, a menudo se usa para tratar afecciones como alergias, resfriados y trastornos del sueño. Los investigadores realizaron un análisis exhaustivo de las propiedades del fármaco, los efectos adversos y las tendencias recetadas y concluyeron que los riesgos relacionados con la revaluación grave de la difenhidramina de su estado como medicamento disponible gratuitamente.

En los Estados Unidos, más de 1,5 millones de recetas para difenhidramina se escriben cada año. Sin embargo, las cifras reales del usuario son probablemente mucho más altas debido a su presencia en más de 300 fórmulas no recetas. Una encuesta nacional de Harris a la que se hace referencia en la revisión, enfatizó que el 62% de los adultos y el 51% de los niños con el diagnóstico de rinitis alérgica dependen de antihistamínicos orales disponibles libremente, con solo el 32% que pronunciaron una gran satisfacción con este método de tratamiento.

La evaluación enfatizó la relación terapéutica problemática de difenhidramina, y señaló que notó un alto potencial de sedación, somnolencia y trastornos psicomotores. La capacidad del fármaco para cruzar la barrera hematoencefálica y su efecto no selectivo en los receptores H₁ se citó como factores clave que contribuyen a estos efectos adversos. Además, la vida media de eliminación de la difenhidramina varía considerablemente, con aproximadamente cuatro horas en niños y hasta 18 horas en adultos mayores, lo que conduce a posibles efectos restantes que pueden poner en peligro la seguridad.

Un hallazgo notable de la revisión fue un estudio de arroz simulado, que mostró que los sujetos de prueba que usaron difenhidramina se desempeñaron peor que aquellos que consumieron bebidas alcohólicas. Los datos pediátricos revelaron además que la difenhidramina estaba involucrada en el 30.1% de la ingesta accidental de la tos y los medicamentos para el resfriado en niños menores de cuatro años, donde casi la mitad de esos casos necesitaban hospitalización.

La segunda generación de antihistamínicos de la segunda generación, por otro lado, mostró eficacia comparable o superior con muchos menos efectos secundarios. Las aprobaciones recientes, como la cetirizina intravenosa para la urticaria, aún muestran beneficios a largo plazo con sedación reducida y tiempos de residencia más cortos para el departamento de emergencias.

En vista de los efectos adversos relevantes, el potencial de abuso, disuelto por la tendencia de las redes sociales conocidas como el «desafío Onstryl», y la disponibilidad de alternativas más seguras, los autores de la evaluación concluyeron que la difenhidramina es un riesgo significativo de salud pública. Argumentaron el retiro de la receta y los mercados disponibles gratuitamente, lo que subraya la necesidad de una revaluación de su papel terapéutico en el tratamiento de los trastornos alérgicos.

Los autores no informaron conflictos de intereses en sus estudios y enfatizaron la importancia de la seguridad pública en el uso de medicamentos.



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