Los aires acondicionados no deben ser la solución principal para combatir el calor extremo en los apartamentos urbanos, según expertos que advierten sobre los desafíos prácticos y ambientales. A medida que el cambio climático intensifica la frecuencia y la gravedad de las ondas de calor, un consenso mayoritario en torno a la necesidad de regulación a las temperaturas máximas de los apartamentos, pero mantener tales regulaciones viene con obstáculos.
Catherine McKenney, la crítica de vivienda y representante de la oposición del Centro Ottawa, anunció planes para introducir una moción en el poder legislativo de Ontario este otoño con el objetivo de cubrir las temperaturas de los apartamentos interiores a 26 grados Celsius. Ella enfatizó que la iniciativa no solo es válida, sino también a tiempo, especialmente porque muchos residentes tienen dificultades para mantenerse frescos durante los eventos de Hitte.
Jeffrey Siegel, profesor de ingeniería civil de la Universidad de Toronto, reconoció la necesidad de controlar la temperatura, pero señaló los obstáculos prácticos de acondicionamiento acompañante en todos los edificios regulados. La escasez de profesionales competentes de HVAC es una barrera importante. Siegel señaló que, incluso para aquellos en el campo, encontrar contratistas competentes sigue siendo un desafío.
Además, una extensa dependencia del aire acondicionado puede enfatizar la red eléctrica, lo que puede afectar la confiabilidad energética y aumentar el impacto en el medio ambiente. Hizo hincapié en que una estrategia proactiva con edificios traseros sería minimizar el polipasto interior, lo que reduce la dependencia del aire acondicionado.
Marianne Touchie, quien tiene la presidenta de investigación de Canadá en viviendas urbanas sostenibles, explicó que es posible enfriar de manera efectiva los apartamentos sin aire acondicionado mejorando lo que se conoce como «comodidad térmica». Este concepto incluye varios factores, incluida la humedad, la velocidad del viento y la exposición a la energía solar. Un apartamento que registra 28 grados Celsius puede, por ejemplo, sentirse considerablemente más fresco si se beneficia de sombra, ventiladores bien colocados y ventanas cerradas.
La investigación de Touchie se centra en mejorar los edificios más antiguos para aumentar su eficiencia sin recurrir al enfriamiento mecánico. Las estrategias de ajuste presentadas incluyen la absorción de voladizos y tonos externos, la instalación de ventiladores de techo para una mejor circulación de aire, plantación de vegetación para sombra y mejora de los diseños de ventanas para un enfriamiento nocturno óptimo.
Duncan Phillips, un experto en paja de aire retirado, defendió la integración de la eficiencia térmica en nuevas construcciones. Argumentó que una inversión predeterminada en el diseño bien considerado y la construcción puede conducir a un ahorro considerable a largo plazo en costos de energía. También sugirió que los estímulos gubernamentales pueden alentar a los desarrolladores a priorizar la eficiencia térmica.
Tanto Touchie como Siegel creen que el gobierno debería considerar la implementación de regulaciones que se centran en los métodos de enfriamiento pasivo. Touchie argumentó la necesidad de una legislación que obligara a estos elementos pasivos eficientes en los edificios antes de que recurran a soluciones mecánicas como el aire acondicionado. Este enfoque, advierten, es esencial para reducir el consumo de energía y reducir los efectos del cambio climático.
Al final, los expertos concluyen que un plan matizado y extenso es necesario para combatir efectivamente el calor extremo y al mismo tiempo considerar la sostenibilidad y la usabilidad. A medida que la crisis climática se intensifica, una nueva perspectiva sobre el diseño de edificios y el consumo de energía es más crítica que nunca.