El presidente de Colombia responde a la amenaza de Trump de una acción militar contra la producción de drogas


Las tensiones entre Estados Unidos y Colombia han aumentado tras los comentarios del presidente Donald Trump sobre acciones militares contra países productores de drogas. Durante una reciente reunión de gabinete, Trump sugirió que cualquier país sospechoso de producir drogas ilegales con destino a Estados Unidos podría ser blanco de ataques militares. Mencionó específicamente a Venezuela como objetivo y advirtió que las operaciones comenzarían “muy pronto”. Esta creciente retórica implicaba que Colombia, un viejo aliado en la guerra contra las drogas, también podría estar en la mira.

En respuesta, el presidente colombiano Gustavo Petro recurrió a las redes sociales para defender la soberanía de su país. Afirmó que las amenazas contra Colombia serían vistas como un acto de guerra y destacó la importancia de su relación diplomática de dos siglos. Petro invitó a Trump a visitar Colombia, destacando los esfuerzos de su administración para combatir la producción de drogas. Señaló que su gobierno está destruyendo laboratorios de drogas a un ritmo impresionante, afirmando que se destruye un laboratorio cada 40 minutos.

Las crecientes tensiones reflejan una escalada significativa de la presencia militar estadounidense en la región, que recuerda a intervenciones anteriores. Desde agosto, Estados Unidos ha desplegado cerca de 15.000 soldados cerca de Venezuela en operaciones antinarcóticos, con una serie de ataques que han causado más de 80 muertes.

Los comentarios de Trump sobre Colombia se produjeron cuando describió planes para nuevos ataques terrestres contra los esfuerzos de producción de drogas. Sus declaraciones revelaron una falta de distinción entre las prácticas operativas del narcotráfico y las estrategias de defensa contra el mismo. Trump señaló claramente que Colombia tiene instalaciones de producción de cocaína, una afirmación que ha provocado más controversia.

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Las relaciones entre los dos países se han deteriorado desde el inicio del segundo mandato de Trump, que ha visto varios enfrentamientos. En enero, Petro inicialmente rechazó aviones estadounidenses que transportaban a colombianos deportados, defendiendo su dignidad. Aunque más tarde permitió la entrada de los aviones, su relación se tensó aún más cuando Petro participó en una manifestación pro Palestina durante una visita a las Naciones Unidas. Criticó especialmente las acciones militares estadounidenses e instó a los soldados a desobedecer las órdenes consideradas perjudiciales.

El Departamento de Estado de Estados Unidos respondió a estas tensiones revocando la visa de Petro, lo que agravó una relación ya conflictiva. Trump no ha dudado en acusar a Petro de tener vínculos con el narcotráfico, afirmando, sin pruebas, que promueve altos niveles de producción de narcóticos en el país.

Incluso mientras se desarrollaba esta dinámica, Trump recientemente indultó a Juan Orlando Hernández, expresidente de Honduras condenado por corrupción relacionada con las drogas, lo que pone de relieve una paradoja en la política de drogas de Estados Unidos. A Hernández, quien facilitó la construcción de una “autopista de la cocaína” hacia Estados Unidos, se le ha concedido un indulto que ha generado duras críticas por sus implicaciones para la lucha contra las drogas a nivel internacional.

Con las relaciones diplomáticas en juego, la situación ilustra la complejidad de las interacciones entre Estados Unidos y Colombia en medio de un enfoque en evolución de las políticas relacionadas con las drogas en América Latina.



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