En un giro dramático de los acontecimientos, Guinea-Bissau se encontró una vez más en las garras del malestar político tras la toma del poder militar el miércoles pasado. Este país de África occidental, que tiene una historia de inestabilidad política marcada por al menos nueve golpes de estado desde que se independizó de Portugal en 1974, fue testigo de importantes disturbios cuando oficiales militares anunciaron que habían tomado el control del gobierno. Se produjeron disparos cerca del palacio presidencial, lo que provocó el arresto del presidente Umaro Sissoco Embaló. Luego, los soldados aparecieron en la televisión estatal para declarar el nuevo orden, indicando al mismo tiempo que sus acciones tenían como objetivo contrarrestar un complot destinado a desestabilizar el país.
A pesar de los signos inequívocos de un golpe de estado, incluidas las afirmaciones de los militares y la detención de Embaló, existe escepticismo sobre la autenticidad de esta toma de poder. Figuras políticas prominentes, como el primer ministro senegalés Ousmane Sonko y el ex presidente nigeriano Goodluck Jonathan, han expresado dudas, sugiriendo que el presidente podría haber orquestado el incidente él mismo. Si bien los militares reconocieron la toma del poder, rechazaron el término “golpe” y enfatizaron que sus motivos tenían como objetivo frustrar una conspiración supuestamente respaldada por un notorio narcotraficante. A menudo se hace referencia a Guinea-Bissau como un importante centro de tráfico de drogas, lo que añade otra capa de complejidad a los acontecimientos que se desarrollan.
El telón de fondo de este golpe fueron las elecciones presidenciales que habían tenido lugar apenas tres días antes, con Embaló compitiendo por la reelección contra Fernando Dias da Costa. La tensión aumentó después de que Dias, respaldado por el ex primer ministro Domingos Pereira, fuera descalificado de la carrera. Se esperaba que los resultados electorales esperados se publicaran al día siguiente del anuncio de los militares, lo que generó sospechas sobre la abrupta intervención militar.
El día del golpe, se informó de disparos en Bissau, lo que llevó a que Embaló se comunicara con los medios de comunicación franceses confirmando su arresto. Los militares declararon rápidamente que el proceso electoral había sido suspendido y tomaron el control de la sede de la comisión electoral, destruyendo documentos y equipos cruciales necesarios para anunciar los resultados electorales.
Las dudas sobre la legitimidad del golpe aumentaron a medida que la oposición y las organizaciones de la sociedad civil expresaron escepticismo sobre la narrativa militar oficial. Un detalle notable es la rápida partida de Embaló a Senegal a bordo de un vuelo militar poco después de su liberación, una situación no típica de los líderes depuestos y que planteó más dudas sobre la autenticidad del golpe. Los observadores señalaron que era inusual que un líder mantuviera comunicación con los medios extranjeros durante una agitación política tan importante, y el ex presidente Jonathan lo llamó más bien un “golpe ceremonial”.
Para aumentar la intriga, el nuevo líder militar, el general Horta N’Tam, tiene fuertes vínculos con Embaló, lo que complica aún más la historia. El expresidente no ha formulado acusaciones de que haya planeado el golpe, pero sus críticos lo han acusado durante mucho tiempo de organizar incidentes similares para reprimir la disidencia, una acusación que él ha negado sistemáticamente.
La situación ha dividido a los ciudadanos de Guinea-Bissau: algunos expresan la esperanza de que el ejército proporcione estabilidad y mejoren las condiciones de vida, mientras que otros exigen la liberación de figuras políticas detenidas y la publicación de los resultados electorales. Grupos de la sociedad civil han convocado a una huelga general y a la desobediencia civil para restaurar lo que llaman “la verdad electoral”. La atmósfera sigue siendo tensa, con el futuro de la nación en juego mientras el general N’Tam asume el liderazgo durante un período de transición que lo verá bajo escrutinio tanto nacional como internacional.



