Los escalofriantes detalles que rodean al sospechoso del tiroteo contra dos soldados de la Guardia Nacional de Virginia Occidental en Washington, D.C., en vísperas del Día de Acción de Gracias revelan a un hombre que lucha con graves problemas de salud mental. Rahmanullah Lakanwal, de 29 años, ha sido acusado de asesinato en primer grado tras el incidente que dejó muerta a Sarah Beckstrom, de 20 años, y Andrew Wolfe, de 24, gravemente herido.
Los correos electrónicos obtenidos por Associated Press ilustran una trayectoria inquietante en el estado mental de Lakanwal a lo largo de los años. Después de llegar a Estados Unidos en 2021 a través de la Operación Bienvenida de los Aliados, una iniciativa destinada a reasentar a miles de afganos tras la retirada de Estados Unidos de Afganistán, Lakanwal luchó por asimilarse a una nueva vida. Los informes indican que a menudo se enfrentó a largos períodos de aislamiento, a menudo pasando “semanas seguidas” solo, oscilando entre esos períodos y largos viajes impulsivos por carretera por todo el país.
A pesar de los esfuerzos de los defensores de la comunidad que notaron el deterioro de su comportamiento, no hubo advertencias que indicaran que podría recurrir a la violencia contra otros. Un abogado expresó su preocupación por la salud mental de Lakanwal y se puso en contacto con una organización de refugiados, temiendo que corriera riesgo de tendencias suicidas. Sin embargo, estas advertencias no indicaban una posible violencia.
En su Afganistán natal, Lakanwal sirvió en una unidad militar respaldada por la CIA conocida como Unidad Cero, pero le resultó difícil adaptarse a la vida en Estados Unidos. Lakanwal, quien se estableció en Bellingham, Washington, con su esposa y cinco hijos pequeños, enfrentó desafíos para mantener un trabajo estable y completar sus cursos de inglés. Un correo electrónico de principios de 2024 describía que “ya no había funcionado como persona, padre y sostén de la familia” desde marzo de 2023. La situación en el hogar se deterioró hasta el punto de que la familia fue desalojada por impago del alquiler.
Para complicar aún más la salud mental de Lakanwal, un ex comando afgano informó que había sufrido significativamente tras la muerte de un amigo cercano, lo que contribuyó a la agitación en su vida. Aunque hubo períodos temporales en los que intentó ponerse en contacto con los servicios locales para mejorar su situación, su comportamiento supuestamente culminó en episodios “maníacos” en los que realizó largos viajes, una vez a Chicago y otra a Arizona.
En respuesta a las preocupaciones sobre su bienestar, el Comité de Estados Unidos para Refugiados e Inmigrantes lo visitó en Bellingham en marzo de 2024, pero los informes indican que no pudieron establecer contacto. La fiscal federal para el Distrito de Columbia, Jeanine Pirro, enfatizó que Lakanwal condujo por todo el país hasta Washington, DC, justo antes del tiroteo.
La secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, habló sobre el caso en una plataforma nacional y sugirió que Lakanwal se había “radicalizado” desde que llegó a Estados Unidos, aunque los detalles sobre la naturaleza de esas posibles conexiones radicales eran escasos.
A medida que continúa la investigación, el trágico giro de los acontecimientos es un claro recordatorio de las complejidades y desafíos que enfrentan las personas que buscan refugio, especialmente cuando enfrentan traumas y problemas de salud mental en un país extranjero.



