El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, declaró el sábado “cerrado” el espacio aéreo venezolano, aumentando las tensiones entre Washington y Caracas en medio de los preparativos militares en curso en el Caribe. La declaración se produce cuando Venezuela ha acusado a Estados Unidos de una “amenaza colonialista” en América Latina, con millones de sus ciudadanos viviendo bajo gran presión. El presidente Nicolás Maduro afirmó que Washington está fabricando afirmaciones para legitimar una posible intervención militar en Venezuela.
En las últimas semanas, Venezuela ha realizado ejercicios militares regulares y ha movilizado tropas en previsión de un posible ataque. Las tensiones han aumentado tras el anuncio de Trump sobre el cierre del espacio aéreo, especialmente porque el ejército estadounidense ha desplegado importantes activos navales en el sur del Caribe desde principios de septiembre, apuntando a barcos sospechosos de narcotráfico. Sin embargo, Washington no ha proporcionado ninguna evidencia que respalde estas afirmaciones, y las acciones militares han causado al menos 83 muertes hasta el momento.
Para aumentar aún más la presión sobre Maduro, la administración Trump designó al infame “Cártel de los Soles” como “organización terrorista extranjera”, lo que ha provocado un debate entre analistas políticos y observadores de derechos humanos sobre si esto sienta las bases para un derrocamiento ilegal del líder venezolano. En medio de crecientes preguntas sobre las intenciones de Estados Unidos, también crece la especulación sobre la legalidad de una posible acción militar contra Venezuela.
Desde que regresó al poder en enero, Trump ha intensificado su postura contra Maduro, atribuyendo el narcotráfico y los problemas de inmigración al gobierno venezolano. Rápidamente revocó las concesiones petroleras venezolanas de su predecesor, impuso altos aranceles a los países que compraban petróleo de Venezuela y aumentó significativamente la recompensa por la captura de Maduro a 50 millones de dólares, calificándolo de “líder terrorista global”. Recientemente, Trump autorizó a la CIA a realizar operaciones encubiertas en Venezuela, además de desplegar el USS Gerald R. Ford y importante equipo militar en la región.
El 25 de noviembre, mientras viajaba a bordo del Air Force One, Trump indicó que consideraría el diálogo con Maduro, pero reiteró que está preparado para cualquier respuesta militar necesaria, afirmando: “Si podemos salvar vidas, podemos hacer las cosas de la manera fácil, está bien. Y si tenemos que hacerlo de la manera difícil, también está bien”.
Los críticos de la administración Trump afirman que las estrategias militares actuales violan tanto la Constitución de Estados Unidos como el derecho internacional, y califican los ataques a los barcos como ejecuciones extrajudiciales. Algunos juristas creen que las acciones militares de Trump son inconstitucionales a menos que el Congreso las apruebe. El gobierno afirma que la designación del Cartel de los Soles como organización terrorista redefine el conflicto como una operación antiterrorista en lugar de un enfrentamiento militar estándar entre dos naciones.
En reacción a la declaración de Trump, la Cancillería venezolana condenó el cierre del espacio aéreo como una “agresión ilegal e injustificada”, mientras Maduro destacó la importancia de la paz y el diálogo e instó a la ciudadanía a rechazar la guerra. Constantemente ha proyectado un mensaje de resistencia contra lo que llama una “amenaza imperialista”, prometiendo públicamente defender a Venezuela.
Se cree que la hostilidad de Trump hacia Maduro se debe a las vastas reservas de petróleo de Venezuela y al deseo de dominio estadounidense en la región. El cambio en las relaciones entre Estados Unidos y Venezuela comenzó durante la presidencia de Hugo Chávez a fines de la década de 1990 y se ha deteriorado significativamente bajo el gobierno de Maduro. Desde entonces, los esfuerzos de Estados Unidos para derrocar al liderazgo de Venezuela han incluido el respaldo a figuras de la oposición y la presión para un cambio de régimen.
A pesar de las afirmaciones de que Venezuela está vinculada al narcotráfico, los datos empíricos muestran que este vínculo es en gran medida exagerado. La Agencia Antidrogas de Estados Unidos ha identificado a México como la principal fuente de opioides sintéticos, mientras que Colombia sigue siendo el mayor productor de cocaína.
Las acciones militares de Estados Unidos también han generado críticas de los aliados internacionales, y los países y vecinos europeos han expresado preocupación por una posible escalada del conflicto. El presidente colombiano Gustavo Petro, junto con el presidente brasileño Lula da Silva, han expresado la necesidad de soluciones diplomáticas en lugar de una agresión militar.
La postura dura de Trump puede resonar financieramente entre sus partidarios, pero dentro de su grupo de apoyo hay una creciente división sobre la participación militar a largo plazo. Voces clave dentro del movimiento MAGA han pedido centrarse en cuestiones internas en lugar de conflictos externos, lo que complica la posición de la administración sobre Venezuela. Sin embargo, la administración Trump continúa promoviendo una política dura contra el gobierno de Maduro, considerando que estas políticas son esenciales para la seguridad nacional de Estados Unidos y la estabilidad regional.



