En una impactante revelación durante una investigación en curso, un alto denunciante de las Fuerzas Especiales británicas acusó a ex líderes militares, incluido el director de operaciones especiales, de encubrir acusaciones graves de homicidios ilegítimos cometidos por unidades del SAS en Afganistán. Los testimonios compartidos en la investigación apuntan a una falla dentro de la cadena de mando militar que permitió que continuaran los tiroteos extrajudiciales sin control desde 2011 hasta 2013.
La investigación, dirigida por Lord Justice Haddon-Cave, surgió en 2023 en medio de serias acusaciones de que miembros de tres unidades británicas del SAS habían ejecutado sumariamente a unas 80 personas durante sus operaciones en Afganistán. El denunciante, identificado únicamente con el número N1466, afirmó que había señalado por primera vez a la atención de altos funcionarios la inquietante posibilidad de “crímenes de guerra” en febrero de 2011. En transcripciones redactadas recientemente publicadas, N1466 detalló cómo se podrían haber evitado estas muertes si las autoridades hubieran prestado atención a sus advertencias.
Uno de los incidentes más desgarradores de los que se informó fue el tiroteo contra dos niños pequeños, Imran y Bilal, mientras dormían junto a sus padres durante una redada nocturna en la aldea de Shesh Aba, en la provincia de Nimruz, en 2012. Los padres de los niños no sobrevivieron al ataque. El tío de los niños, que habló en la investigación, expresó el continuo dolor de la familia y pidió justicia al tribunal.
El testimonio de N1466 reveló un esfuerzo consciente por parte de los dirigentes anteriores para enterrar la verdad. Alegó que, en lugar de investigar a fondo los incidentes, hubo un intento deliberado de encubrirlos, con tácticas revisadas sólo para evadir el escrutinio externo en lugar de abordar los problemas subyacentes. “El problema central era la intención [to kill]”, afirmó, subrayando su creencia de que los militares eran plenamente conscientes de la mala conducta pero aun así decidieron ignorarla.
Después de un breve descanso del servicio de las Fuerzas Especiales, N1466 regresó en 2014 y descubrió que los asesinatos ilegítimos continuaban. Su posterior denuncia ante la policía militar en 2015 expuso un problema sistémico dentro de la organización: elementos deshonestos que supuestamente actuaban al margen de la ley. Habló de una redada particularmente inquietante en la que el personal apuntó a un mosquitero, creyendo que cubría a un insurgente, pero descubrió a mujeres y niños debajo. A pesar de la gravedad del incidente, el tirador supuestamente recibió un premio, lo que indica una cultura subyacente de encubrimiento.
Durante su testimonio, N1466 lamentó no haber elevado sus preocupaciones a la unidad de investigaciones serias en 2011, afirmando que había perdido confianza en el compromiso del comando con una investigación transparente. Describió un preocupante aumento de homicidios en comparación con las armas recuperadas, así como incidentes en los que personas fueron tomadas prisioneras y luego ejecutadas.
Estas inquietantes acusaciones ponen de relieve posibles violaciones de los Convenios de Ginebra y plantean serias cuestiones éticas sobre la conducción de operaciones de fuerzas especiales en zonas de conflicto. N1466 destacó el impacto devastador de estas acciones en la integridad de su misión, señalando que empañaron la reputación de las fuerzas especiales y socavaron los sacrificios de otros soldados.
En respuesta a la investigación, un portavoz del Ministerio de Defensa reiteró el compromiso del gobierno de apoyar plenamente la investigación independiente. Agradecieron al personal de defensa anterior y actual por su cooperación, enfatizando que es esencial esperar los hallazgos de la investigación antes de hacer más comentarios.



