Un devastador incendio en una urbanización pública de Hong Kong se ha cobrado la vida de al menos 55 personas y ha dejado a 275 desaparecidas, lo que ha obligado a cientos a huir durante la noche. El trágico suceso tuvo lugar en el edificio del tribunal Wang Fuk en el distrito de Tai Po y puso de relieve la grave crisis inmobiliaria en la ciudad, donde el aumento de los precios inmobiliarios ha obligado a muchos residentes a vivir en condiciones de vida inadecuadas.
Hong Kong sufre una de las peores escasez de viviendas del mundo, donde los precios medios de las viviendas son hasta 20 veces superiores al ingreso medio anual de los hogares. Si bien la ciudad cuenta con lujosos rascacielos, la mayoría de la población lucha por encontrar viviendas asequibles, dependiendo en gran medida de los sistemas de vivienda social y las llamadas “viviendas ataúd”: espacios habitables pequeños y subdivididos.
En 2021, más de 220.000 personas vivían en aproximadamente 108.200 pisos subdivididos o ‘SDU’ en Hong Kong, algunos de los cuales cubrían sólo 65 metros cuadrados por persona. Estas condiciones de hacinamiento a menudo carecen de ventilación adecuada y de medidas de seguridad contra incendios, y muchos comparten baños inhumanos entre varias familias. También llamadas “apartamentos celular” o “casas jaula”, estas casas a menudo están construidas con materiales inflamables, lo que contribuye a crear entornos de vida peligrosos.
La seguridad contra incendios sigue siendo una preocupación crítica en los edificios residenciales de Hong Kong, y más del 60% de las inspecciones de edificios residenciales informan violaciones de seguridad contra incendios. Incidentes pasados, incluido un incendio mortal en Cheung Sha Wan en 2017, han puesto de relieve los riesgos que enfrentan los residentes que a menudo quedan atrapados en edificios peligrosos y abarrotados.
El incendio del tribunal de Wang Fuk, que comenzó durante las obras de renovación cuando se incendiaron los andamios exteriores, ha llamado la atención sobre el deficiente mantenimiento de las antiguas viviendas sociales. Construido en 1983, el tribunal Wang Fuk albergaba a unos 4.800 residentes, muchos de los cuales son ancianos (el 36% tenía más de 65 años). El incendio se intensificó rápidamente, envolviendo varias torres y bloqueando rutas de escape, principalmente debido a materiales de construcción inflamables.
Esta tragedia marca el incendio más mortífero en Hong Kong desde el incidente del edificio Garley en 1996 y pone de relieve la necesidad urgente de reformas en las normas de seguridad contra incendios y las políticas de vivienda.
A pesar de la existencia de casas ataúd, la carga financiera sigue siendo pesada; Los precios de alquiler pueden alcanzar los 140 dólares de Hong Kong por metro cuadrado, lo que hace que incluso esas opciones sean inasequibles para muchos. Como resultado, aproximadamente el 45% de la población de Hong Kong vive en urbanizaciones sociales superpobladas, muchas de las cuales carecen de elementos de seguridad modernos, como rociadores de agua y salidas amplias.
La situación se complica aún más por el envejecimiento de la población, ya que uno de cada cuatro residentes tiene más de 65 años. Su movilidad reducida plantea importantes desafíos durante las emergencias, como lo demuestra este horrible suceso. Las investigaciones muestran que el gobierno no ha cumplido los objetivos de vivienda pública desde 2014, lo que socava los esfuerzos para eliminar gradualmente las unidades de vivienda deficientes para 2049.
Los críticos continúan pidiendo reformas inmediatas a las normas de vivienda y seguridad contra incendios para evitar futuras tragedias, instando al gobierno a priorizar el bienestar de sus residentes más vulnerables en medio de una crisis humanitaria exacerbada por problemas sistémicos.



