Casi treinta años después de que ingresó por primera vez a la arena política con un discurso provocativo sobre la inmigración asiática, Pauline Hanson sigue siendo una figura polarizadora en la política australiana. Más recientemente, sus acciones en el Senado resultaron en una importante suspensión de siete días, un evento que generó críticas generalizadas de todo el espectro político. Esta es sólo la quinta vez desde la Federación en 1901 que se produce tal suspensión, y la primera desde 1979.
La controvertida elección de Hanson de usar burka en la cámara del Senado interrumpió el proceso y fue vista como un truco publicitario luego de sus intentos fallidos de impulsar un proyecto de ley destinado a prohibir cubrirse la cara en público. Esta estrategia parece ser una repetición de sus tácticas anteriores, particularmente similares a las acciones que tomó en 2017. Si bien One Nation ha visto su representación parlamentaria alcanzar niveles históricos, con cerca del 20% en las primarias, los críticos argumentan que su enfoque en temas controvertidos no resuena con las preocupaciones más amplias de los votantes.
A pesar de afirmar que representa a los australianos comunes y corrientes que luchan contra el creciente costo de la vida, Hanson se ha perdido un número significativo de sesiones parlamentarias desde las últimas elecciones. Sus ausencias incluyeron asistir a eventos políticos de alto perfil en la finca Mar-a-Lago de Donald Trump en Florida. En lugar de ocuparse de tareas parlamentarias críticas, ha optado por trucos para llamar la atención en los que se da prioridad a la marca personal sobre el diálogo político sustantivo. Es probable que su enfoque le haya impedido abordar cuestiones apremiantes como el ritmo de la migración al extranjero, que sigue siendo una gran preocupación para muchos votantes.
Tras su suspensión, Hanson expresó su determinación de continuar con su estilo de confrontación, afirmando: “Me mantendré firme y seguiré haciendo lo que creo. Será la gente la que me juzgará”.
A la luz de las encuestas de opinión actuales, Hanson parece estar planeando un movimiento estratégico para aprovechar el apoyo potencial al invitar al líder descontento de los Nacionales, Barnaby Joyce, a unirse a su lista de partido mientras se prepara para dejar su puesto actual. Joyce ha insinuado su descontento con su partido, lo que ha llevado a especulaciones sobre sus posibles vínculos con One Nation. Recientemente, la pareja compartió una cena privada en el Parlamento, que atrajo la atención de los medios, especialmente cuando Joyce expresó sus críticas a quienes se oponían a las acciones de Hanson.
Sin embargo, sus aliados advierten contra el movimiento hacia Una Nación, con sugerencias de que dicha transición podría estar motivada por una ambición personal más que por una preocupación genuina por el electorado.
En un debate en el Senado en el que se destacaron las consecuencias de sus acciones, la Secretaria de Asuntos Exteriores laborista, Penny Wong, condenó a Hanson por promover una retórica divisiva bajo el pretexto de protesta, mientras que la Ministra de Finanzas, Katy Gallagher, la criticó por atacar a comunidades marginadas.
A medida que evoluciona el panorama político previo a las elecciones de 2028, Hanson está posicionando a One Nation como una fuerza principal; Sin embargo, sus acciones recientes pueden afianzar aún más su imagen como candidata marginal en lugar de candidata legítima en la política australiana.



