En una medida innovadora, Estados Unidos ha designado a Arabia Saudita como su vigésimo aliado importante fuera de la OTAN, mejorando significativamente la cooperación militar y económica entre las dos naciones. El anuncio se hizo en una cena en la Casa Blanca en honor del Príncipe Heredero Mohammed bin Salman, lo que refleja la profundización de los vínculos entre los dos países.
Como importante aliado no perteneciente a la OTAN, Arabia Saudita ahora tendrá acceso privilegiado a tecnologías de defensa estadounidenses avanzadas, prioridad en la entrega de equipo militar y capacidad para albergar reservas de guerra estadounidenses en su territorio. Este nuevo estatus también permite al reino competir por contratos del Pentágono relacionados con el mantenimiento y reparación de los sistemas militares estadounidenses desplegados en el extranjero.
El anuncio coincidió con la confirmación por parte del gobierno estadounidense de los planes de vender equipo militar avanzado a Arabia Saudita, incluidos aviones de combate F-35 y casi 300 tanques modernos. Durante el anuncio, el presidente Donald Trump elogió el desarrollo y dijo que ejemplifica el compromiso con la seguridad regional y fortalece los lazos económicos. Describió el nombramiento como un logro en línea con su agenda «Estados Unidos primero», al tiempo que enfatizó el papel central de Arabia Saudita para facilitar los esfuerzos de paz en medio de los conflictos regionales en curso, especialmente en el contexto de la situación entre Israel y Gaza.
Sin embargo, si bien la designación como importante aliado no perteneciente a la OTAN fortalece los vínculos estratégicos, no proporciona las garantías de defensa mutua de las que se benefician los miembros de la OTAN. Introducido por primera vez en la década de 1980, el concepto apunta a fortalecer la cooperación militar, agilizar las transferencias de armas y ampliar el acceso a las capacidades estadounidenses para socios clave fuera de la alianza de la OTAN. Con este último reconocimiento, Arabia Saudita se une a las filas de otros 19 países, incluidos Israel, Japón y Qatar, que tienen asociaciones estratégicas similares con Estados Unidos.
Además de los acuerdos de defensa, funcionarios estadounidenses y sauditas también han mantenido conversaciones sobre cooperación en energía nuclear civil, inteligencia artificial y minerales críticos, áreas consideradas esenciales para la transformación económica de Arabia Saudita bajo la iniciativa Visión 2030. El Príncipe Heredero Mohammed se ha comprometido a aumentar la inversión saudita en Estados Unidos a un ambicioso billón de dólares, un aumento notable con respecto a una meta previamente establecida de 600 mil millones de dólares. El compromiso subraya el enfoque del reino en diversificar su economía y reducir su dependencia de los ingresos petroleros.



