Para la India, la relación con la exlíder de Bangladesh, Sheikh Hasina, ha sido de un valor significativo pero complejo, y con costos políticos. Durante sus 15 años en el poder, Hasina le ha dado a la India lo que el país más anhela de sus vecinos: estabilidad, mejor conectividad y un socio que haya alineado sus intereses sobre los de China. Sin embargo, acontecimientos recientes han cambiado drásticamente esta dinámica.
Actualmente, Hasina enfrenta una sentencia de muerte impuesta por un tribunal especial en Bangladesh por crímenes contra la humanidad, vinculados a su respuesta a las protestas lideradas por estudiantes que finalmente llevaron a su destitución. Después de las manifestaciones, se refugió en la India, mientras el premio Nobel Muhammad Yunus asumía el liderazgo de un gobierno interino. Con las elecciones acercándose a principios de 2024, la situación ha puesto a la India en problemas diplomáticos: mientras Bangladesh solicita la extradición de Hasina, la India parece reacia a cumplir. Esto plantea dudas sobre hasta qué punto la India está dispuesta a apoyar a un viejo aliado, a riesgo de sufrir consecuencias diplomáticas.
Expertos como Michael Kugelman esbozan cuatro opciones difíciles para la India. En primer lugar, extraditar a Hasina no es factible dado el fuerte apoyo bipartidista que disfruta en la India. En segundo lugar, mantener el status quo actual podría volverse cada vez más riesgoso a medida que un nuevo gobierno asuma el poder en Bangladesh. En tercer lugar, India podría intentar convencer a Hasina de que guarde silencio sobre su situación política, lo que parece poco probable dado su continuo papel de liderazgo en el partido Liga Awami. Finalmente, encontrar un tercer país dispuesto a recibir a Hasina conlleva sus propios desafíos, ya que pocos gobiernos están deseosos de recibir a un invitado de alto perfil involucrado en cuestiones legales.
Las complicaciones diplomáticas no podrían llegar en un momento más delicado. La relación entre India y Bangladesh está profundamente entrelazada y se caracteriza por amplios vínculos económicos y dependencias mutuas. Bangladesh depende en gran medida de la India para obtener recursos vitales, mientras que la India se ha posicionado como el mayor destino de las exportaciones de Bangladesh. Los dos países han visto aumentar el volumen comercial a casi 13 mil millones de dólares, y la India ha proporcionado créditos sustanciales, suministros de energía y desarrollo de infraestructura. Sanjay Bhardwaj, profesor de estudios del sur de Asia, enfatiza la naturaleza crucial de esta interdependencia y sostiene que a Bangladesh le resultaría difícil funcionar sin la cooperación de la India.
Sin embargo, el gobierno interino de Yunus ha comenzado a alejarse de la India, lo que parece indicar un deseo de «desindianizar» su política exterior. Los informes indican que Bangladesh está cancelando intercambios legales con India, suspendiendo acuerdos energéticos y buscando asociaciones con países como China, Pakistán y Turquía. El sentimiento público refleja este cambio: encuestas recientes muestran que más del 75% de los bangladesíes ahora ven positivamente las relaciones con Beijing, en marcado contraste con el único 11% que tiene una visión positiva de la India.
Si bien las relaciones económicas y culturales suelen permanecer estables a pesar de los cambios políticos, la evolución del panorama plantea desafíos. La posición de la India se complica aún más por su vasta frontera con Bangladesh, donde cualquier inestabilidad podría provocar una escalada o la movilización de extremistas. Los expertos sugieren que la India necesita trabajar con calma y paciencia con los actores políticos clave en Dhaka para gestionar sus intereses de manera efectiva.
Es probable que la incertidumbre que rodea estos acontecimientos afecte las relaciones durante los próximos 12 a 18 meses, especialmente a medida que Bangladesh se acerca a las elecciones. La capacidad del gobierno interino para celebrar elecciones creíbles podría allanar el camino para una nueva administración que podría reevaluar su enfoque de política exterior, equilibrando las presiones internas y externas.
Mientras la India considera sus futuras estrategias diplomáticas, la pregunta clave sigue siendo: ¿cómo puede tranquilizar a sus aliados sin comprometer sus principios o dar la impresión de que apoya a regímenes autoritarios? La navegación diplomática en este panorama en evolución requerirá una cuidadosa consideración, ya que los resultados dependerán en gran medida del panorama político venidero en Bangladesh y su impacto en las relaciones bilaterales. El delicado equilibrio entre intereses, sentimientos públicos y alianzas políticas resultará crucial a medida que ambos países se enfrenten a una relación que ha cambiado significativamente.



