Ha surgido un informe crucial que detalla las preocupaciones de un alto abogado militar sobre la legalidad de los ataques aéreos de la administración Trump contra barcos sospechosos de contrabando de drogas en el Caribe y el Pacífico Oriental. El coronel de marines Paul Meagher, juez general del Comando Sur de Estados Unidos en Miami, habría advertido que las operaciones podrían clasificarse como ejecuciones extrajudiciales, lo que expondría al personal militar estadounidense a consecuencias legales.
Se informó que estas preocupaciones fueron comunicadas a los altos ejecutivos en agosto, antes de los primeros ataques lanzados el 2 de septiembre. Desde entonces, las operaciones se han intensificado, resultando en al menos 80 muertes en 20 ataques separados contra lo que el gobierno llamó «narcoterroristas». Los ataques han provocado reacciones negativas no sólo de grupos de derechos humanos, sino también de gobiernos de países como Venezuela y Colombia, que alegan que Estados Unidos es culpable de asesinatos ilegítimos.
La dinámica interna del Comando Sur también se ha visto afectada; El almirante Alvin Holsey, jefe del comando, anunció planes de dimitir este mes, una decisión que se produce a menos de un año de asumir su cargo, un puesto que normalmente ocupa durante tres años.
En una declaración a The Independent, el portavoz del Pentágono, Sean Parnell, rechazó las acusaciones de que los abogados habían planteado preocupaciones legales sobre los ataques. Parnell afirmó: “El Departamento de Guerra niega categóricamente que los abogados del Pentágono, incluidos los abogados de SOUTHCOM, con conocimiento de estas operaciones hayan planteado inquietudes… Nuestras operaciones actuales en el Caribe son legales tanto según el derecho estadounidense como el derecho internacional”.
El informe destaca un memorando secreto del Departamento de Justicia que supuestamente proporcionaba la justificación legal de los ataques, sugiriendo que se basaban únicamente en afirmaciones hechas por el presidente. El memorando afirma que Estados Unidos y sus aliados se encuentran en un estado de conflicto armado con los cárteles de la droga, alineando el razonamiento con poderes en tiempos de guerra similares a los utilizados durante la respuesta de la administración de George W. Bush a los ataques del 11 de septiembre.
La controversia que se está desarrollando plantea cuestiones importantes sobre la responsabilidad militar y los marcos legales que rigen las acciones militares estadounidenses en el extranjero. A medida que aumentan los llamados a la claridad y la transparencia, las implicaciones de estas operaciones podrían extenderse mucho más allá de sus objetivos tácticos inmediatos y tocar cuestiones fundamentales de derechos humanos y derecho internacional.



