Brasil ha dado un paso importante en la protección de sus pueblos indígenas y el medio ambiente al designar diez nuevos territorios indígenas, una medida que coincide con la cumbre climática COP30 en curso. Esta decisión es parte de una iniciativa más amplia del gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, que el año pasado reconoció la propiedad indígena de once áreas. Según la ley brasileña, estas áreas disfrutarán de protección legal, aunque su aplicación ha sido históricamente inconsistente.
Dinamam Tuxu, representante de la Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil (APIB), expresó optimismo sobre los nuevos territorios, diciendo: “Cada territorio indígena en Brasil es un motivo para celebrar y es un motivo para que nos sintamos felices”. La designación formal de estas áreas será ratificada mediante un decreto presidencial, y Tuxu destacó la necesidad de un mayor reconocimiento legal de las tierras indígenas, afirmando que los pueblos indígenas protegen el 82% de la biodiversidad en todo el mundo. Enfatizó que reconocer y demarcar áreas contribuye significativamente a combatir el cambio climático y, en última instancia, beneficia a la humanidad en su conjunto.
A pesar de estos avances positivos, los grupos indígenas todavía enfrentan desafíos importantes, incluida la violencia de fuerzas externas que buscan explotar sus tierras para la ganadería y la agricultura. La situación se agravó trágicamente este fin de semana, con el asesinato de Vicente Fernandes Vilhalva, líder de la comunidad guaraní kaiowá, quien recibió un disparo durante un ataque a su aldea.
En medio de estas tensiones, miles de personas se reunieron el sábado frente a la conferencia climática de la ONU, exigiendo acciones inmediatas sobre la demarcación de tierras. Los manifestantes agitaron carteles que decían “demarcación ahora”, lo que reflejaba la creciente frustración por el trato a las comunidades indígenas. Manifestaciones anteriores en la cumbre provocaron enfrentamientos con la seguridad, lo que provocó medidas más estrictas, incluida una mayor presencia policial. Muchos delegados indígenas, que no cuentan con la acreditación adecuada, no han podido asistir a las conversaciones en el centro de conferencias.
La COP30 de este año vio un aumento notable en la representación indígena, con alrededor de 900 miembros participando en las discusiones. Kleber Karipuna de APIB expresó su orgullo por este logro y dijo: “Hemos trabajado durante dos años y ahora tenemos al menos 900 personas dentro de la COP donde pueden negociar y representar a sus comunidades”.
Sin embargo, el aumento de la seguridad ha generado preocupación entre los grupos de derechos humanos, y más de 200 grupos enviaron una carta a funcionarios de la ONU criticando la militarización de las respuestas de protesta y la marginación de los defensores del medio ambiente. La protección histórica de las tierras indígenas ha logrado prohibir la minería y la tala, limitando la deforestación. Las investigaciones muestran que la ampliación de los territorios indígenas podría reducir significativamente la deforestación y reducir las emisiones de CO2 hasta en un 26% para 2030.
Las áreas recientemente protegidas cubren cientos de miles de hectáreas y albergan a varios grupos indígenas, incluidos los Mura, Tupinambá de Olivença, Pataxó, Guarani-Kaiowá, Munduruku, Pankará y Guarani-Mbya. Sorprendentemente, una de estas áreas se superpone con más del 78% del Parque Nacional Amazónico, que desempeña un papel crucial en la regulación climática global y el almacenamiento de carbono.
El anuncio coincidió con el Día de los Pueblos Indígenas en la COP30, que marcó un momento histórico para los derechos de los pueblos indígenas en Brasil. Desde que el izquierdista Lula regresó al poder, no se habían declarado nuevos territorios desde 2018 bajo el gobierno anterior, lo que a menudo socavaba la protección de las tierras indígenas. El gobierno de Lula ya ha hecho esfuerzos para desalojar a los mineros ilegales de estas áreas.
Actualmente, los territorios indígenas en Brasil cubren aproximadamente 117,4 millones de hectáreas, aproximadamente el tamaño de Colombia, y representan aproximadamente el 13,8% del territorio nacional. Mientras los países se reúnen en la COP30 para buscar acuerdos destinados a limitar el calentamiento global a 1,5°C, la situación en Brasil ejemplifica la intersección crucial entre los derechos indígenas y la conservación ambiental. El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU advierte que un calentamiento superior a 2°C podría tener consecuencias graves, incluidos fenómenos climáticos extremos y amenazas a la seguridad alimentaria.



