Se ha producido un acontecimiento legal importante en San Francisco, donde un juez federal falló en contra de los intentos de la administración Trump de recortar inmediatamente los fondos federales al sistema de la Universidad de California (UC). El fallo, emitido el viernes por la noche por la jueza de distrito estadounidense Rita Lin, sigue a una orden judicial preliminar solicitada por sindicatos y organizaciones que representan a profesores, estudiantes y personal de la UC.
En su fallo, la jueza Lin destacó la considerable evidencia que sugiere que la administración Trump participó en un esfuerzo sistemático para eliminar lo que ella llamó posiciones «despertadas», «de izquierda» y «socialistas» en las principales universidades de todo el país. Afirmó que las declaraciones y acciones públicas de la administración indicaban una estrategia coordinada para intimidar a las universidades para que cambiaran sus posiciones ideológicas amenazando con retener fondos federales.
Los comentarios del juez Lin indican que la campaña contra la UC es parte de una agenda más amplia que se está implementando en varias instituciones académicas. Según ella, tanto el presidente como el vicepresidente habían discutido públicamente planes para iniciar investigaciones de derechos civiles en las principales universidades para justificar recortes presupuestarios, con el objetivo de obligarlas a cumplir expectativas ideológicas específicas.
El fallo es parte de un contexto más amplio en el que el presidente Trump ha criticado a las universidades de élite por fomentar ideologías liberales y presunto antisemitismo. Su administración ha escudriñado numerosas universidades, alegando que los esfuerzos de diversidad, equidad e inclusión podrían violar las leyes de derechos civiles al discriminar a los estudiantes blancos y asiático-estadounidenses.
En concreto, la Universidad de California está envuelta en varias investigaciones sobre derechos civiles. Un caso notable es el de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), que enfrentó demandas de la administración Trump de pagar 1.200 millones de dólares. Esto estaba relacionado con las acusaciones de que la UCLA había permitido que florecieran sentimientos antisemitas en su campus, lo que la convirtió en la primera universidad pública señalada en este contexto. Las consecuencias de una multa tan sustancial generaron alarma entre los funcionarios de la UC, quienes advirtieron que podría poner en grave peligro el bienestar financiero de todo el sistema de la UC, conocido por sus prestigiosos campus.
Las estrategias de la administración Trump incluyeron retener fondos federales hasta que las universidades se alinearan con sus posiciones, incluida la aplicación de disposiciones relacionadas con la identidad de género y la investigación de antecedentes de estudiantes extranjeros para evitar posibles interrupciones o acoso. Esas tácticas ya han dado lugar a acuerdos con instituciones como la Universidad de Brown y la Universidad de Columbia, que implican amplios acuerdos financieros.
En su fallo, la jueza Lin destacó el testimonio de profesores y personal de la UC que expresaron temores sobre la enseñanza o la investigación de temas considerados demasiado «de izquierda» o «despertados». Ella caracterizó las acciones de la administración como coercitivas y de represalia, en violación de la Primera y Décima Enmienda de la Constitución.
La orden del juez Lin restringe específicamente que la administración cancele fondos a la Universidad de California basándose en acusaciones de discriminación sin previo aviso a los profesores involucrados y sin celebrar una audiencia y requisitos procesales adicionales. Esta decisión marca un momento crucial en la batalla legal en curso sobre la intersección de la política educativa y los derechos civiles en la educación superior.



