Los desafíos para mantener grandes tiburones blancos en cautiverio


Los grandes tiburones blancos, conocidos por su poder y majestad, siguen siendo difícil de alcanzar cuando se trata de encarcelamiento, sin casas exitosas a largo plazo. Su estado como depredadores de ápice viene con desafíos únicos que frustran los esfuerzos del acuario para replicar su hábitat natural.

Una dificultad principal radica en las necesidades de los tiburones en el movimiento persistente. En la naturaleza, grandes blancos cubre distancias extensas, que a veces viajan más de 12,000 millas en solo nueve meses, como lo demuestra una persona notable llamada Nicole. Esta natación constante es crucial, para que puedan circular el agua a través de sus branquias para la ingesta de oxígeno. La creación de un acuario que pueda acomodar patrones de natación tan extensos forma una logística abrumadora y los desafíos financieros, especialmente porque estos tiburones pueden crecer hasta una longitud de hasta 20 pies.

Históricamente, varios intentos de acomodar a los blancos grandes tienen resultados sombríos. El primer esfuerzo de este tipo tuvo lugar en la década de 1950 en Marineland del Océano Pacífico en California, donde el tiburón sobrevivió menos de un día. Los esfuerzos posteriores durante las últimas décadas, incluidos los intentos en SeaWorld, terminaron de la misma manera, por lo que los tiburones perecen o son liberados en sus entornos naturales. Una notable excepción tuvo lugar en 2004 en el Acuario de la Bahía de Monterey, donde un tiburón se mantuvo vivo durante unos meses; Sin embargo, esto sigue siendo raro.

Las prácticas alimentarias también contribuyen considerablemente a los desafíos asociados con mantener grandes blancos en cautiverio. Como cazadores naturales, estos tiburones usan principalmente presas vivas. Ofrecer alimentos vivos no solo sería una logística complicada y costosa, sino que también plantearía preguntas éticas. Muchos tiburones se han negado a comer alimentos no vivos, lo que lleva a sus muertes prematuras en los acuarios. Este dilema incluye la barrera aparentemente insuperable para garantizar que sus necesidades nutricionales se satisfagan en un entorno limitado.

Además, los blancos grandes tienen opciones avanzadas de recepción eléctrica, para que puedan detectar pequeñas señales eléctricas en agua, una habilidad esencial para cazar. En el entorno artificial de un acuario, estas habilidades sensoriales pueden verse abrumadas por estímulos externos, lo que resulta en un estrés significativo para los tiburones, lo que complica su supervivencia en el cautiverio.

Con una conciencia creciente en torno a las consideraciones éticas de mantener grandes criaturas marinas, el sentimiento público cambia. Documentales como «Blackfish» han iluminado prácticas controvertidas y han jugado discusiones sobre las implicaciones de mantener a los mamíferos marinos en cautiverio. Dentro de este contexto, la posibilidad de aumentar los grandes tiburones en los acuarios se rechaza cada vez más, y existe una clara preferencia entre la audiencia para observar a estos seres majestuosos en sus hábitats naturales, donde pueden florecer.

Si bien la sociedad tiende a priorizar la preservación sobre el mero entretenimiento, los parques marinos y los acuarios están bajo presión para reconsiderar su papel. La dura realidad es que el futuro de los grandes tiburones blancos está sujeto a la preservación de sus entornos oceánicos, lo que subraya la convicción de que estos seres extraordinarios deben deambular libremente en la enorme extensión del mar en lugar de estar limitados dentro de los límites de las paredes de un acuario.



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