Se ha presentado una demanda federal alegando condiciones impactantes en el centro de detención de inmigrantes más grande de California, una prisión previamente cerrada en el desierto. La denuncia, presentada por la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles junto con otras organizaciones, se refiere a siete hombres detenidos en una instalación en la ciudad de California, a unas 100 millas (160 kilómetros) al norte de Los Ángeles.
La demanda detalla una serie de circunstancias horribles, incluidos casos en los que salen aguas residuales de los desagües de las duchas y los reclusos supuestamente usan vendajes sucios para cubrir las heridas abiertas. Un fiscal, Sokhean Keo, dijo en un comunicado de prensa que el trato a los detenidos parece ser un desprecio por la dignidad humana: «ICE está jugando con la vida de las personas, y las trata como si fueran basura, como si no fueran nada. Algunas de las personas con las que estoy bajo custodia ni siquiera tienen jabón -se bañan sin jabón- y pierden peso porque no tienen suficiente para comer».
En respuesta, la subsecretaria del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Tricia McLaughlin, rechazó estas acusaciones, afirmando que el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) de Estados Unidos mantiene estándares de detención más altos en comparación con la mayoría de las prisiones. Afirmó que todos los detenidos reciben tres comidas al día, agua potable, ropa, ropa de cama y artículos de tocador, además de acceso a teléfonos para comunicarse con sus familiares y abogados. McLaughlin enfatizó que los dietistas certificados participan en la evaluación de las comidas.
La instalación, que cerró en 2023, fue reactivada bajo directiva de ICE para servir como un centro de detención de migrantes con capacidad para 2,560 camas. Ha albergado a unos 800 detenidos desde que reabrió sus puertas a finales de agosto.
La denuncia alega atención médica inadecuada, grave falta de personal e infraestructura deficiente. Al reabrir, se informó que se ordenó a los reclusos que limpiaran sus unidades, que estaban llenas de basura y los baños todavía contaminados con basura, pero carecían de los suministros de limpieza necesarios. Se dice que las condiciones son peores que las de los detenidos criminales: los detenidos están confinados en sus celdas durante períodos prolongados y carecen de programas para aliviar su aburrimiento, lo que ha resultado en sentimientos de desesperanza y, en algunos casos, pensamientos de suicidio.
La situación incluye historias alarmantes como la de Fernando Gómez Ruiz, un diabético que fue arrestado luego de que ICE lo detuviera mientras comía en un camión de comida. Se le han negado dosis regulares de insulina, lo que le ha provocado niveles peligrosamente elevados de azúcar en sangre y una úlcera grave en el pie, que cubre con vendajes sucios debido a la falta de suministros limpios. Expresó preocupación por la posibilidad de perder el pie por estas circunstancias.
La gravedad de las acusaciones plantea dudas sobre el tratamiento de los detenidos dentro del sistema de inmigración, especialmente en un momento en que se han intensificado las medidas oficiales en torno a la aplicación de la ley de inmigración.



