El Estado Mayor Conjunto (JCS) de Corea del Sur informó que Corea del Norte lanzó con éxito un misil balístico de corto alcance desde la provincia de Pyongan del Norte, cerca de Daegwan. El misil recorrió una distancia de unos 700 kilómetros antes de aterrizar en las aguas del Mar del Este, también conocido como Mar de Japón. Afortunadamente, no se produjeron daños en territorio japonés ni en Corea del Sur. Japón confirmó que el misil cayó fuera de su zona económica exclusiva, aunque el gobierno ha implementado protocolos de emergencia y vigilancia como medida de precaución.
Esta prueba de misiles se lleva a cabo en un contexto de intensificación de las tensiones regionales. Apenas unas semanas antes, Corea del Norte llevó a cabo una prueba similar, lo que marcó el evento como su séptimo lanzamiento balístico de 2025 y el segundo desde la toma de posesión del presidente surcoreano, Lee Jae Myung, en junio. El patrón de frecuentes lanzamientos de misiles parece intencional, lo que sugiere que Corea del Norte podría estar indicando sus capacidades militares e intenciones políticas a sus vecinos y a Estados Unidos.
El reciente lanzamiento de misiles está notablemente relacionado con una prueba anterior realizada a mediados de octubre, coincidiendo con la víspera de la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) en Corea del Sur. Los analistas interpretaron ese lanzamiento como un intento de Pyongyang de influir en el discurso diplomático y hacer valer su influencia en importantes reuniones internacionales.
Este último lanzamiento se considera una respuesta directa a las sanciones impuestas por Washington a varias personas y entidades vinculadas a actividades cibercriminales y lavado de dinero. Además, sigue a la llegada del portaaviones de propulsión nuclear USS George Washington a la Base Naval de Busan, destacando el aumento de la presencia militar en la región.
En términos de implicaciones estratégicas, el alcance de 700 kilómetros del misil sugiere que está diseñado para operaciones en la Península de Corea y sus alrededores. Esto posiciona al misil como una advertencia regional en lugar de una amenaza directa a Estados Unidos. Sin embargo, la rápida sucesión de pruebas está ejerciendo presión adicional sobre las fuerzas estadounidenses y aliadas, reforzando la percepción de que Corea del Norte seguirá desplegando su programa de misiles balísticos como herramienta de maniobra política en medio de un creciente aislamiento internacional.



